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JUAN PABLO CAMPS CARREÑO<br />
Así el flaite es una imagen que operaría<br />
como un mecanismo de proyección para<br />
depositar lo reprimido (los afectos y significados<br />
propios que no se pueden tolerar,<br />
que provocan un conflicto interno que no<br />
es posible sostener para el sujeto) en el<br />
otro, en función de mantener la angustia<br />
alejada de sí mismo y por tanto, controlada.<br />
Entender al flaite como lo siniestro de estas<br />
familias, entrega herramientas para<br />
comprender la diferenciación intra-clase<br />
que se da en el proceso de elección de<br />
escuela, toda vez que la movilidad social<br />
no es buscada. Se da por tanto, una<br />
diferenciación entre un mismo estrato<br />
social, centrada en un habitus asociado<br />
a buenas/malas costumbres. Es una<br />
distinción sociocultural al interior de la<br />
clase media, aquella que es vulnerable<br />
en sus condiciones económicas y que no<br />
está totalmente integrada a la estructura<br />
de oportunidades. Es una diferenciación<br />
socio-moral horizontal, dentro de un mismo<br />
estrato: la educación de mercado en<br />
el Chile actual no ofrece movilidad social<br />
(entre clases), sino que diferenciación horizontal<br />
(intra-clase).<br />
2.4. El Flaite y la negación<br />
de la alteridad<br />
En relación a los procesos de diferenciación<br />
social y construcción de identidades<br />
colectivas, uno de los elementos que<br />
más resalta en esta investigación es la<br />
potencia y la función simbólica que cumple<br />
la figura del flaite, como un objeto<br />
amenazante para los sectores medios y<br />
vulnerables que constituyeron la muestra<br />
estudiada. En efecto, el flaite situado<br />
como “lo siniestro” (Freud, 1919) para estas<br />
familias, es una figura conocida, que a su<br />
vez representa una dimensión desconocida,<br />
asociada a una opción de vida al margen<br />
de las normas y legalidad. Camino<br />
descartado por los grupos medios-bajos,<br />
que buscan una trayectoria identitaria diferenciada<br />
respecto a los sectores bajos,<br />
con mayores grados de inserción social y<br />
aceptación de las normas.<br />
Valdivieso (2010), aborda el asunto de<br />
la identidad chilena en relación al tema<br />
del mestizaje, considerando algunos elementos<br />
de la realidad latinoamericana,<br />
refiriéndose al componente central que<br />
define la identidad nacional desde sus<br />
inicios. La formación de una sociedad señorial<br />
fundada en la dominación de las<br />
culturas aborígenes, se ha mantenido en<br />
la sociedad chilena y se ha traducido en la<br />
omisión sistemática de la raíz mestiza de<br />
nuestro ser. Esto ha producido un falseamiento<br />
constitutivo de la identidad chilena<br />
y un sentimiento de inferioridad frente<br />
a la cultura europea y norteamericana,<br />
la que ha sido emulada -nunca satisfactoriamente-<br />
e idolatrada por los grupos<br />
dominantes que desprecian lo autóctono<br />
(García de la Huerta, 2010).<br />
En Chile pertenecer a un pueblo originario<br />
no es signo de prestigio, se desprecia a los<br />
países con mayor presencia indígena y la<br />
palabra indio se usa comúnmente como<br />
insulto; el chileno estaría sujeto a una<br />
imagen falsa de sí mismo, lo que complica<br />
dar una respuesta a lo que significa ser<br />
chileno, porque lo que somos no se quiere<br />
reconocer (La negación del mestizaje en<br />
la identidad chilena legitima el mito de<br />
una nación blanca, que no reconoce herencia<br />
de pueblos indígenas y por tanto<br />
los desprecia. La identidad nacional cons-<br />
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