BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
teníamos ningún interés especial en Polonia, ni propugnábamos allí una clase<br />
concreta de Gobierno». Polonia era sólo un buen pretexto para defender al marxismo<br />
judío que desde 1917 reinaba en la URSS.<br />
Naturalmente que la defensa de Polonia no era lo que se buscaba, y los<br />
acontecimientos posteriores así lo evidenciaron claramente. No se permitía que<br />
Alemania construyera una ferrovía a través del Corredor Polaco, pero sí iba a<br />
permitirse que Rusia absorbiese al país entero. El embajador norteamericano en<br />
Polonia, Arthur Bliss Lañe, se dio cuenta de la inconcebible maniobra y renunció para<br />
escribir libremente «Yo vi traicionar a Polonia», donde refiere cómo Roosevelt,<br />
Churchill y Stalin se confabularon para subyugar al pueblo polaco. Dice que «El 90%<br />
de la población polaca se opone al comunismo, pero un Gobierno pelele hecho en<br />
Moscú fue trasplantado a Varsovia». Agrega Bliss Lañe que él se esforzó por que se<br />
garantizara el resurgimiento libre de Polonia, pero que «fue objeto de desaires que<br />
equivalían a insultos premeditados a Estados Unidos». Y sin embargo, Washington<br />
no lo apoyaba.<br />
Los polacos Jan Chiechanowski y Stanislaw Mikolajoyk también refieren<br />
pormenorizadamente que los estadistas occidentales sacrificaron a Polonia para<br />
favorecer los intereses de la URSS. ¿Era acaso que había relaciones espirituales o<br />
raciales entre el pueblo norteamericano y el bolchevismo soviético? Evidentemente<br />
no. Pero sí había relaciones espirituales y raciales entre los israelitas de la Casa<br />
Blanca y los que habían impuesto al pueblo ruso la doctrina del israelita Marx.<br />
Aunque la tradición le impedía jugar por tercera vez como candidato<br />
presidencial, Roosevelt lo hizo disfrazado de pacifista para engañar a los votantes. Y<br />
hablando de paz, porque al fin las palabras no son actos, pero actuando para<br />
precipitar a Occidente a la guerra, volvió a burlar al pueblo americano. Un testigo de<br />
ese doble juego, testigo valioso por su prominente ingerencia en el Gobierno<br />
Norteamericano, dice[3]:<br />
«Sus consejeros de la Casa Blanca lo convencieron (a Roosevelt) de que si<br />
decía la verdad perdería en las elecciones de 1940. El Presidente sabía que la<br />
guerra se acercaba —supuesto que él mismo la propiciaba-—, pero en su<br />
discurso de campaña política, dijo: "Ahora que hablo a ustedes, madres y<br />
padres, les diré algo más que los tranquilizará: he dicho esto antes, pero lo<br />
repetiré una y otra vez: los hijos de ustedes no serán enviados a ninguna guerra<br />
en el extranjero". La moralidad presidencial llegó así a su nivel mínimo, pero el<br />
señor Roosevelt ganó las elecciones (2a. reelección)» Además, cada día<br />
destinaba mayores cantidades del presupuesto para nutrir el «New Deal» y creó<br />
la WAP, que teóricamente serviría para ayudar a los cesantes, pero que en la<br />
práctica era un arma disfrazada a fin de asegurarse la reelección. Hopkins (el<br />
discípulo del judío Dr. Steiner) manejaba los fondos de esa institución, pese a<br />
que según confiesa Sherwood, compañero de aquél en la Casa Blanca, «no cabe<br />
atribuir a Hopkins las virtudes de un hombre sano en cuestiones de manejo de<br />
dinero...» Pero seguro del «Poder Secreto del Mundo», Hopkins decía: «Habrá<br />
impuestos y más impuestos, gastos y más gastos, y seremos elegidos una vez y<br />
otra».<br />
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