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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

Los pueblos libres de Azerbaiján y Armenia corrieron igual suerte. La anexión se<br />

extendió además a otros cinco estados: Kasakstán, Uzbakistán, Turkmenia, Tacjikia y<br />

Kirghisia. A este respecto el marxista Víctor Serge admite (en Hitler contra Stalin)<br />

que «las cinco repúblicas nacionales de Asia Central constituyen un vasto conjunto<br />

cuya unidad geográfica, étnica e histórica no es por nadie puesta en duda... Los<br />

kasaks, los turkmenos, los uzbeks, los tadjiks, los kirguises, tienen, a pesar de sus<br />

lenguas y orígenes diferentes, una cultura común, debida sobre todo a los mundos<br />

árabe y del Irán. Son musulmanes en su mayoría».<br />

Estos ocho pueblos anexados a la URSS se componían de 25 millones de<br />

habitantes de las más diversas razas, religiones y costumbres; súbitamente fueron<br />

privados de su independencia, de sus instituciones y de su viejo modo de vivir. La<br />

revolución mundial preconizada por el marxismo israelita no reconocía fronteras<br />

raciales, ni religiosas ni políticas.<br />

La expansión bolchevique barrió con tantas fronteras que todavía en 1935 se<br />

editaban en la URSS libros de primera enseñanza en 165 idiomas y dialectos<br />

diferentes, según reveló el emabajador norteamericano en Moscú William C. Bullit,<br />

en «La Amenaza Mundial» El terrorismo fue común denominador para la sarcástica<br />

dominación de pueblos a nombre de la «dictadura del proletariado». Pero el<br />

proletariado ciertamente nada tenía que ver con la extraña mezcla de gobernantes y<br />

comisarios rusos y judíos.<br />

Aunque durante muchos años fue entusiasta partidario de la URSS, Mr. Bullit<br />

dio luego un valioso testimonio del terror soviético y refirió: «Para colectivizar la<br />

agricultura, Stalin barrió con los pequeños propietarios. Si protestaban —y millones<br />

lo hicieron— se les fusilaba o se les condenaba a trabajos forzados en Siberia. La<br />

primera consecuencia de este ataque en el frente agrícola fue el hambre».<br />

Sobre el mismo punto el líder Víctor Serge hizo notar que si el ministro Molotov<br />

había manifestado en «Pravda» del 28 de enero de 1935 que 5.500,000 pequeños<br />

propietarios agrícolas sufrieron expropiación de tierras y fueron deportados a Siberia,<br />

la cifra real debía de ser muy superior. Y como testigo presencial de los hechos añadía<br />

que en las granjas colectivas había hambre y descontento.<br />

La promesa de repartir tierras, que líderes bolcheviques utilizaron para atraer<br />

masas, se esfumó al implantarse la «dictadura del proletariado». Igual suerte corrió<br />

la promesa de tratar a los delincuentes como enfermos sociales «susceptibles de<br />

regeneración». Por el contrario, el castigo se extendió a los parientes de los reos<br />

políticos y a los vecinos[2] y en esta forma se creó automáticamente la más vasta red<br />

de espionaje y delatores que país ninguno había soñado tener. El que no denunciaba<br />

a un vecino sospechoso de conspirar o de ser un oposicionista, se hacía culpable de<br />

los mismos delitos. Arthur Koesoler refiere pormenorizadamente en «El Mito<br />

Soviético y la Realidad», cómo el Kremlin abandonó sus promesas iniciales y el 7 de<br />

abril de 1935 extendió la pena capital a los jóvenes de 12 años y estableció la<br />

deportación a Siberia de los parientes de quienes eludieran el servicio militar o<br />

escaparan al extranjero.<br />

Otro minucioso observador de la vida y las leyes del Kremlin, Pedro González<br />

Blanco, explica documentalmente en «Tigrocracia Staliniana» cómo se esfumó la<br />

promesa marxista de igualdad de clases: «Un policía —dice— ganaba dos o tres veces<br />

más que un obrero. El máximo jornal soviético, según "Pravda" del 26 de diciembre<br />

de 1935, era, para los obreros, de 145 rublos y mucho menos para los campesinos. El<br />

kilo de pan valía 5 rublos; el de mantequilla, 20; el de carne de buey, 12; un par de<br />

zapatos, 70; un vestido ínfimo, 255. El obrero común no pasaba de ganar 100 rublos<br />

mensuales ni el adelantado 145. Altos jefes del partido, hasta 5,000 rublos<br />

mensuales».<br />

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