BORREGOdermund
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soldados).)<br />
BORREGO : Derrota mundial<br />
En ese cambio aceptó las sugestiones del general von Manstein, del Estado<br />
Mayor de von Rundstedt, para que el grupo de ejércitos de este último se encargara<br />
del envolvimiento penetrando con una masa de tanques por las Ardenas, hacia Sedán.<br />
El grupo de ejércitos de von Bock trataría de engañar al enemigo haciéndole creer que<br />
era el encargado de envolverlo. Para hablar de este plan, von Manstein se entrevistó<br />
con Hitler y dice sobre el particular:<br />
«Tampoco es imposible que se le ocurriera espontáneamente a Hitler la<br />
misma idea, puesto que a veces nos desconcertaba con su certero instinto de las<br />
posibilidades tácticas... Eché de ver al momento la extraordinaria presteza con<br />
que se compenetraba en los puntos de vista que el grupo de ejércitos trataba de<br />
imponer desde hacía meses, así como que en todo se mostraba de acuerdo con<br />
nosotros».<br />
Adoptado el nuevo plan de ataque, la madrugada del 10 de mayo de 1940, cien<br />
divisiones alemanas escucharon la proclama de Hitler, en la que todavía se traslucía<br />
que su intención no había sido la de combatir contra Occidente: «El pueblo alemán<br />
no fomenta ningún odio ni ninguna enemistad para con los pueblos británico o<br />
francés. El pueblo alemán, sin embargo, está hoy en día frente al problema de si<br />
desea vivir o sucumbir.... ¡Soldados del frente occidental: su hora ha llegado!...<br />
Cumplan ahora con su deber. El pueblo alemán siempre está con ustedes con sus<br />
mejores deseos».<br />
Minutos después la batalla más grande de la historia iluminaba el firmamento y<br />
los bosques de las Ardenas.<br />
«Entre la oscuridad —dice Churchill— salían de pronto innumerables<br />
grupos de ardorosas tropas de asalto... Mucho antes de que apuntara el día, 240<br />
kilómetros del frente se hallaban en llamas».<br />
El golpe principal se había descargado en los bosques de las Ardenas,<br />
precisamente donde los Estados Mayores inglés y francés juzgaban impracticable la<br />
operación, como también lo creían en gran parte el jefe del ejército alemán, general<br />
Brauchitsch, y el jefe del Estado Mayor General, Franz Halder.<br />
El sistema fortificado de Eben Emael, en Bélgica, era la primera gran muralla.<br />
Su fuego no dejaba ángulos muertos a su alrededor y según todos los cálculos el<br />
avance procedente de la frontera alemana era imposible. Pero el teniente Witzig, con<br />
78 ingenieros paracaidistas, descendió a las cuatro de la mañana en el corazón mismo<br />
de las fortificaciones. Algunos planeadores bajaron silenciosamente en los prados y<br />
un pelotón aterrizó en el exterior para llamar la atención. Mientras tanto, los<br />
hombres de Witzig se acercaban a las aspilleras de las casamatas y atacaban a los<br />
artilleros con lanzallamas, bombas de mano y paquetes de trilita. Los grandes<br />
cañones estaban siendo vencidos como monstruos prehistóricos por osadas<br />
hormigas. El coronel Ricardo Munaiz («Operaciones Aerotransportadas») califica<br />
este ataque de «espectacular e increíble».<br />
«En cuestión de minutos —dice H. R. Kurz en “La Captura del Fuerte Eben<br />
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