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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

comunidad fueran expulsados, tales como Thomas Mann, Sigmund Freud, Eric María<br />

Remarque y Stefan Zweig, pero su humanitarismo enmudecía si actos más crueles<br />

eran cometidos por el bolchevismo soviético.<br />

Ninguno de los estadistas occidentales ignoraba la índole del régimen<br />

bolchevique. Sus complacencias con él no podían explicarse como ignorancia y sí en<br />

cambio como una secreta complicidad. Los informes diplomáticos eran incluso más<br />

precisos que los relatos de los comunistas decepcionados que esporádicamente<br />

lograban escapar de la URSS.<br />

Se sabía perfectamente, como lo dijo el general comunista español Valentín<br />

González —«La Vida y la Muerte en la URSS»— que «el Estado es la NKVD; es un<br />

Estado policiaco, único en su género, como no ha existido otro jamás. En la Alemania<br />

nazi ejercía la Gestapo una vigilancia severa y se esforzaba en destruir toda oposición<br />

al régimen; era como la OVRA italiana, una institución represiva al servicio del poder<br />

totalitario. Pero en la URSS interviene la NKVD en la vida de todos los individuos sin<br />

excepción».<br />

Igualmente se sabía que la tiranía bolchevique impedía que un ciudadano<br />

viajara sin previa autorización, y que salvo muy contadas excepciones, a nadie se<br />

permitía salir de la URSS ni entrar en ella. En el país de la «sociedad sin clases»<br />

existían hasta seis clases de obreros; un tercio de los salarios era retenido por el<br />

Estado; se castigaba con prisión cualquier falta injustificada al trabajo; el 60% de la<br />

burocracia ganaba menos de 200 rublos mensuales; el kilo de frijol costaba 35 rublos<br />

y un par de botas hasta 500, en el mercado libre. Los estadistas occidentales sabían<br />

asimismo que si los obreros de la URSS eran pobres siervos en las fábricas, los<br />

campesinos vivían en peores condiciones, pues el 50% de su producción era para el<br />

Estado, el 40% para la burocracia y sólo el 10% para ellos. Tampoco era un secreto<br />

que en los campos de trabajo forzado se consumían en condiciones infrahumanas 18<br />

millones de desafectos al régimen. Y que cuando en alguna región había síntomas de<br />

descontento o rebeldía, la «ingeniería social» bolchevique entraba en acción para<br />

desarraigar del lugar a miles y aun millones de habitantes, que eran dispersados y<br />

canjeados por los de otras regiones.<br />

El ex Embajador americano en Rusia William C. Bullit, enumeraba que<br />

Alemania había cometido 26 violaciones a pactos internacionales, y la Unión<br />

Soviética 28, y se mostraba sorprendido de cómo el mundo occidental parecía ignorar<br />

la gigantesca amenaza del bolchevismo. Ya entonces había ocurrido la «purga» de los<br />

famosos «procesos de Moscú», durante la cual más de cinco mil personas fueron<br />

aniquiladas. La religión era sistemáticamente combatida por el régimen y en las<br />

escuelas se enseñaba a odiarla.<br />

No obstante todo esto, Roosevelt y sus propagandistas judíos ocultaban su<br />

complicidad con el marxismo —y consecuentemente su criminal traición a los<br />

pueblos occidentales— bajo la falsa actitud de luchar por la libertad, por la dignidad<br />

humana y por las creencias religiosas.<br />

Igualmente falsa era la actitud de los gobernantes británicos. Se proclamaron<br />

defensores de la libertad, pero mantenían bajo su dominio a 470 millones de<br />

habitantes de sus colonias; se decían idealistas, pero habían hecho una guerra a<br />

China para asegurar el comercio del opio, que anualmente enriquecía a veintenas de<br />

magnates ingleses y mataba a 600,000 chinos; se ostentaban como abanderados de<br />

la integridad de Polonia, pero no tenían ninguna objeción si media Polonia era<br />

anexada a la URSS.<br />

Inglaterra siempre había sabido encontrar en los vericuetos de la hipocresía<br />

diplomática el camino de la propia conveniencia. Para esto había necesitado<br />

mantenerse impasible e indiferente ante los ideales, la sinceridad y la lealtad, como<br />

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