BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
del movimiento.<br />
Durante milenios el hombre ha anhelado barrer el abuso de los poderosos y<br />
disfrutar de justicia social. Al prometer la satisfacción de ese viejo anhelo, los<br />
creadores israelitas del comunismo lograron un formidable triunfo psicológico y<br />
político. Dentro de sus propias filas raciales la minoría judía de Rusia carecía de la<br />
fuerza del número, pero la conquistó entre las masas no semitas —e inclusive<br />
antisemitas— gracias a las promesas populares que el comunismo hacía. Y a fin de<br />
garantizar que esta poderosa arma política se mantuviera siempre dirigida por sus<br />
creadores, se le dio el dogma de la internacionalización, de tal manera que se cometía<br />
una herejía al querer servir al proletario sin la consigna emanada de Moscú, sede del<br />
marxismo-israelita.<br />
Todo movimiento social que se atreviera a violar ese dogma era objeto de la más<br />
violenta hostilidad, no porque sirviera mejor o peor los intereses del proletariado,<br />
sino porque se sustraía al control de los creadores del marxismo.<br />
Apenas afianzado el nuevo régimen en el Poder, una súbita lucha antirreligiosa<br />
comenzó a realizarse con extraordinaria eficacia. Como si fuera obra de factores no<br />
rusos, esa lucha era sistemática y carecía de la imprevisión y de la desorganización(,)<br />
propias del ambiente moscovita. En su implacable eficacia se advertía el sello de una<br />
mano extraña. «En la fachada del Ayuntamiento de Moscú, en vez de la imagen que<br />
se veneraba, se inscribió la frase de Lenin: La religión es el opio del pueblo»[5].<br />
Frecuentemente se ha visto que un movimiento religioso, nutriéndose de su<br />
propia fe, se lance contra otro movimiento religioso y trate de proscribirlo. Religión<br />
contra religión es un fenómeno muchas veces presenciado en la historia. Pero que en<br />
un medio eminentemente religioso nazca un movimiento inflexiblemente ateísta,<br />
dirigido contra todas las religiones, es un fenómeno nuevo. ¿De dónde un<br />
movimiento político, que oficialmente se apoya en masas religiosas, extrae la<br />
inspiración y las energías necesarias para constituirse fanáticamente en un<br />
movimiento antirreligioso?<br />
Ha sido también más o menos frecuente que por conveniencias políticas un<br />
régimen hostilice a una religión y se apoye en otras. Pero en Rusia, por primera vez<br />
con inconfundible claridad y con extraordinario celo, todas las religiones empezaron<br />
a ser perseguidas en cuanto triunfó el bolchevismo.<br />
Lo que el cristianismo padeció en la época antirreligiosa del Imperio Romano<br />
tenía la explicación de que se trataba de una religión nueva sin muchos adeptos en la<br />
masa del pueblo. En cambio, en Rusia, los sentimientos religiosos eran ya populares<br />
cuando el Bolchevismo comenzó a imperar. 929 años antes Rusia se había convertido<br />
al cristianismo. Que en un pueblo sin religión se combata una nueva religión, parece<br />
explicable; pero que en un pueblo religioso surja un régimen intransigentemente<br />
antirreligioso, es un fenómeno de orígenes extraños al pueblo mismo. Y tal fue lo que<br />
sucedió en Rusia.<br />
El teniente coronel Carlos R. Berzunza dice en su resumen histórico:<br />
«Numerosas iglesias fueron convertidas en teatros. La revolución inició<br />
luego la lucha contra todas las religiones, por todos los medios... Se prohibió la<br />
enseñanza religiosa a menores de 18 años. La iglesia protestó. De 900 conventos<br />
fueron arrasados 722».<br />
La resistencia de los fieles fue casi pulverizada y 29 obispos y sacerdotes<br />
pagaron con su vida la oposición al régimen y fueron las primeras víctimas de una<br />
serie de ejecuciones bolcheviques que más tarde recibieron el nombre de «purgas».<br />
Para el 7 de noviembre de 1923 la primera ola de «purgas» había aniquilado a 6,000<br />
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