BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
OTRA VEZ HITLER TIENDE LA MANO<br />
Un hecho de la más extraordinaria importancia había ocurrido en las<br />
postrimerías de la campaña germano-polaca. El 15 de septiembre, cuando ya el<br />
ejército polaco se encontraba copado entre los dos grupos de ejércitos de von Bock —<br />
en el norte— y von Rundstedt — en el sur—, y cuando Varsovia había sido flanqueada,<br />
la URSS invadió a Polonia por el oriente. El Ejército Rojo avanzó sin resistencia en la<br />
retaguardia de los polacos y ocupó la mitad del país.<br />
La invasión alemana se había originado en el desacuerdo germano-polaco sobre<br />
la vinculación de Prusia Oriental con el resto de Alemania, esencial para la<br />
proyectada campaña alemana contra la URSS. ¿Y cuáles<br />
Concentración de cien mil hombres en el Estadio de Nuremberg. Hitler insiste<br />
en que no quiere guerra con Occidente,<br />
[1] «Recuerdos de un soldado». — General Heinz Guderian.<br />
[2] «El Almirante Canaris». — Karl H. Abshagen.<br />
eran los orígenes de la invasión soviética de Polonia? Precisamente en ese año de<br />
1939 Stalin publicó un libro, «Problemas del Leninismo», reiterando la meta<br />
marxista de la dominación mundial. Decía que la victoria del régimen bolchevique en<br />
Rusia no era sino el preludio de otras victorias en todos los demás países de la tierra.<br />
Citaba las siguientes palabras de Lenin: «Vivimos no sólo en un Estado, sino en un<br />
sistema de Estados, y es inconcebible la existencia de la República Soviética por un<br />
tiempo largo, junto a Estados imperialistas. A la postre, aquélla habrá de vencer a<br />
éstos, o éstos a aquélla».<br />
Inglaterra y Francia habían iniciado la guerra bajo la bandera de que estaban<br />
defendiendo a Polonia. Cuando Stalin atacó por la espalda a los polacos vencidos y les<br />
arrebató la mitad de su país, un sospechoso silencio se hizo en Occidente. Ese hecho<br />
lo refiere Churchill en sus Memorias con una suavidad de terciopelo:<br />
«El gobierno británico se encontró desde el principio con un dilema. Habíamos<br />
ido a la guerra con Alemania como resultado de la garantía que dimos a Polonia... Y<br />
Rusia se negaba a garantizar la integridad de Polonia».<br />
¿Podría creerse en la sinceridad de los estadistas occidentales cuando hablaban<br />
de defender principios de libertad si los polacos eran atacados por los alemanes, y<br />
callaban si los atacantes eran bolcheviques? ¿Podría creerse en esa sinceridad cuando<br />
se empeñaban en cerrarle a Hitler el paso hacia Moscú y en cambio no tomaban<br />
ninguna providencia contra la amenazante expansión del marxismo soviético hacia el<br />
mundo occidental?<br />
Con una inconsciencia sólo explicable por su odio personal contra Hitler —odio<br />
que se evidenció desde el verano de 1932, cuando por primera vez se negó a hablar<br />
con él—, Churchill hasta se regocijó en cierto modo por la invasión soviética de<br />
Polonia y escribió: «Los rusos han movilizado fuerzas muy grandes y han demostrado<br />
capacidad para avanzar lejos y con prontitud». No procedía Churchill como estadista,<br />
porque la cualidad elemental del estadista es buscar el beneficio de su patria, y no<br />
podía ser benéfico que la URSS se desbordara sobre sus fronteras, ya que<br />
esencialmente la doctrina bolchevique era contraria al Imperio Británico. Mil veces<br />
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