BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
pidiendo que en cada país y en cada ciudad se creara «un Comité de ayuda al pueblo<br />
republicano español que lucha por la fraternidad universal».<br />
(Y una de las formas de esa lucha fue la de matar a siete mil sacerdotes y<br />
religiosos, incluso 12 obispos, según recuento final del que informó monseñor<br />
Antoniutti, Nuncio en España).<br />
También es significativo que las logias masónicas españolas fueran la espina<br />
dorsal del régimen comunista de Azaña. Durante todo el tiempo de la lucha armada<br />
estuvieron gestionando desesperadamente que Roosevelt y su camarilla judía<br />
intervinieran directa y decisivamente en la Península, pero el Poder Israelita de la<br />
Casa Blanca consideró que una acción de ese género ponía en peligro lo más por lo<br />
menos. John M. Cowles, masón de Washington, enviaba fondos a sus hermanos de<br />
España y les explicaba que la masa católica norteamericana era todavía un obstáculo<br />
muy grande para intervenir en España: «Si los católicos votan en masa por los<br />
demócratas, vencen, y si votan por los republicanos, vencen también. Al menos este<br />
es el caso general por lo que ambos partidos políticos hacen continuamente lo que<br />
pueden por conseguir el voto de los católicos». Esa fue la causa de la neutralidad de<br />
Washington durante la guerra de España[9].<br />
Por cierto que el marqués de Merry del Val dirigió una carta a Roosevelt<br />
preguntándole por qué no mostraba ninguna compasión hacia los millares de<br />
católicos asesinados en España por las brigadas internacionales bolcheviques. Poco<br />
antes Roosevelt se había mostrado muy impresionado y altamente indignado cuando<br />
los alemanes dañaron escaparates de judíos, y había retirado su Embajador en Berlín<br />
y declarado que apenas podía creer que tales sucesos ocurrieran en el siglo veinte. Del<br />
Val le decía que los vidrios rotos en los comercios judíos de Alemania eran cosas<br />
«bien pequeñas, por deplorables que sean, al lado de los sucesos de España», hacia<br />
los cuales Roosevelt no había mostrado la más ligera desaprobación. Estos también<br />
ocurrían en el siglo veinte.<br />
INGLATERRA, VALLADAR CONTRA LA MARCHA HACIA MOSCÚ<br />
Desde antes de la primera guerra mundial Adolfo Hitler pensaba que Alemania<br />
debería rehuír el conflicto con Inglaterra y Francia, desistiendo de su expansión en<br />
ultramar, a cambio de adquirir nuevos territorios en la Europa Oriental. Consideraba<br />
que si Inglaterra —después del aniquilamiento de España y los Países Bajos como<br />
potencias marítimas— concentró a principios del siglo XIX sus energías contra<br />
Francia, lo hizo exclusivamente porque Napoleón I puso en peligro la hegemonía<br />
británica. Y creía que si otra potencia europea volvía a interferir el dominio inglés en<br />
las colonias, sería igualmente combatida por la Gran Bretaña. Alemania no debería<br />
correr esa aventura.<br />
Años después, ya como jefe del naciente movimiento nacionalsocialista, Hitler<br />
repitió muchas veces esa idea en sus discursos, y en 1923 la proclamó así en «Mi<br />
Lucha» y acusó categóricamente a la prensa judía de que alentaba en Alemania el<br />
rearme naval y luego hacía de esto un motivo de agitación en Inglaterra, a efecto de<br />
sabotear la amistad germanobritánica. Agregó que Alemania no debería querellarse<br />
más con Inglaterra, sino «hacer frente con fuerzas concentradas» al movimiento<br />
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