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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

prominentes israelitas que rodeaban a Roosevelt. La lista es interminable, pero entre<br />

los más conocidos e influyentes, figuraron su inseparable consejero Bernard M.<br />

Baruch; el secretario del Tesoro, Henry Morgenthau; James P. Warburg, dueño del<br />

Banco Internacional Aceptance Bank Inc., de Nueva York; Félix Frankfurter,<br />

Brandéis y Cardozo en el Tribunal Supremo; Sol Bloom en la Comisión de Relaciones<br />

Extranjeras de la Cámara; Samuel Untermeyer en la presidencia de la Federación<br />

Mundial Económica Judía, Sam Rosenman, el rabino Stephen Wise y otros muchos.<br />

El escritor norteamericano Robert E. Sherwood colaboró íntimamente en la<br />

Casa Blanca y refiere[4] que el más cercano colaborador de Roosevelt era Harry<br />

Hopkins, educado políticamente por el israelita Dr. Steiner, y fue<br />

«la segunda personalidad individual que de hecho dominó en los Estados<br />

Unidos durante el más crítico período de la guerra... Hopkins no vacilaba en<br />

aprovechar su íntimo contacto con el Presidente para favorecer sus intereses<br />

propios o los de las instituciones con las que tenía personal relación... Hopkins<br />

fue el hombre que gozó de la máxima confianza de Franklin D. Roosevelt. Por<br />

espacio de varios años fue los ojos, los oídos, y las piernas del Presidente, el<br />

instrumento casi anónimo de la voluntad de Roosevelt».<br />

Su influencia llegó a ser tan decisiva en asuntos capitales que el general<br />

Marshall le confesó a Sherwood que su nombramiento de Secretario de Estado se lo<br />

debía «primordialmente a Harry Hopkins». Otro escritor norteamericano, John T.<br />

Flynn, revela lo siguiente en «El Mito de Roosevelt»<br />

«Roosevelt compró al pueblo norteamericano con el dinero del propio<br />

pueblo y ganó todas las elecciones. Tengo cuatro millones de hombres —decía<br />

Hopkins— pero por amor de Dios no me pidás que te diga en qué trabajan...<br />

Hopkins fue el instrumento principal de Roosevelt en esta grandiosa empresa<br />

de derroche y corrupción. Él organizó el sistema de las limosnas con dinero<br />

público, de tal manera hechas que los subsidios sólo les tocaban a los<br />

demócratas, a los fieles de Roosevelt que votaban por él... Hopkins se instaló en<br />

la Casa Blanca como favorito oficial y fue, después de Roosevelt, el hombre más<br />

poderoso de los Estados Unidos».<br />

Según Sherwood, Roosevelt pasaba temporadas en la casa de su consejero<br />

israelita Bernard M. Baruch, conocido como el «estadista número uno» y como<br />

consejero de presidentes desde la época de Woodrow Wilson. Baruch es jefe del<br />

Consejo Imperial de la Gran Masonería Universal. Después de la primera guerra<br />

mundial se le acusó a Baruch de haber influido ilegalmente para que el país entrara<br />

en la guerra, pero la investigación no prosperó.<br />

Sherwood fue también testigo de que otro israelita:<br />

«Sam Rosenman, se movía en el foro del Palacio a guisa de guardia<br />

pretoriano. Siempre hubo críticas para aquellas personalidades extraoficiales...<br />

Hopkins, Rosenman y yo trabajamos activamente en todos los principales<br />

discursos de Roosevelt».<br />

Rosenman, juez de la Suprema Corte del Estado de Nueva York, era el enlace<br />

entre la Casa Blanca y los jefes israelitas de Nueva York[5].<br />

Félix Frankfurter, judío nacido en Austria descendiente de rabinos, era también<br />

del grupo íntimo e influyente de Roosevelt. Desde muchos años antes se le identificó<br />

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