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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

Pierre Charles, biógrafo de Lenin, afirma que en ese entonces<br />

«Lenin se entregó en cuerpo y alma a su odio por todo patriotismo... Toda<br />

defensa de la Patria —decía— es chaucinismo».<br />

Tanto fue así que los alemanes le permitieron pasar por Berlín para que se<br />

internara subrepticiamente en Rusia y aun le ayuda-ron económicamente ya que su<br />

labor debilitaba al ejército ruso. Así fue como Lenin pudo llegar a San Petersburgo,<br />

donde un núcleo de 30,000 israelitas, acaudillados por Trostsky, habían organizado<br />

el cuartel general del movimiento marxista revolucionario. Y desde ahí hizo circular<br />

esta proclama:<br />

«Es necesario, sin demora, educar al pueblo y al ejército en el sentido<br />

derrotista. ¡Soldados, fraternizad en las trincheras con vuestros camaradas<br />

llamados 'enemigos'!»<br />

Poco después Lenin celebraba secretos acuerdos con los jefes revolucionarios.<br />

Charles[4] refiere que asistían<br />

«Kamenef, hombre pequeño, de ojos vivaces bajo el lente; Zinovief, que se había<br />

cortado completamente el cabello ondulado de su gruesa cabeza; Ouritsky,<br />

delgado y nervioso, que más tarde aterrorizaría a Petrogrado durante algunas<br />

semanas; los tres eran de raza judía».<br />

No tardaron en reunírseles Stalin y Trotsky. La siembra marxista iniciada<br />

décadas atrás, halló en 1917 el cli-ma más propicio para fructificar. La ya minada<br />

retaguardia del ejército ruso se debilitó aún más y el desconcierto cundió hasta las<br />

líneas avanzadas del frente de guerra; la propaganda derrotista hallaba ciertamente<br />

coyunturas en la miseria y en las bajas causadas por la contienda. La promesa de que<br />

al triunfar la revolución se repartirían tierras a todos los proletarios fue tan<br />

halagadora «que las tropas querían dejar de pelear para llegar al reparto».<br />

Coordinadamen-te las doctrinas bolcheviques agitaban a los militares hablándoles de<br />

los «derechos del soldado», según los cuales «los oficiales deberían ser nombrados<br />

por selección, de entre los soldados, y éstos podían discutir las órdenes de aquéllos».<br />

Desde ese momento quedó rota la disciplina, dice el Tte. Corl. Carlos R. Berzunza en<br />

su «Resumen Histórico de Rusia». Y así comenzó la última etapa del fin de la Casa<br />

Imperial Rusa. Tatiana Botkin[5] dice que acerca de la realeza y particularmente de la<br />

Emperatriz, circulaban versiones que indignaban al pueblo y alentaban al derrotismo.<br />

«Frecuentemente se encontraba uno con personas que se habían formado<br />

un concepto completamente falso sobre la familia real. Entre nosotros sólo se<br />

propagaba lo malo y nadie sabía lo bueno que en realidad existió... No podía<br />

creer que los mismos soldados, soldados rusos, en el momento de una guerra de<br />

tal magnitud, se amotinaran y mataran a su comandante y ofendieran a la<br />

familia real... Así era, desgraciadamente. En las calles de Petrogrado sucedía<br />

algo increíble. Los soldados, borrachos, sin correas, con los capotes<br />

desabrochados, unos con rifles, otros desarmados, corrían como poseídos<br />

saqueando todas las tiendas».<br />

El descrédito de la casa de los Romanof; la consigna leninista de que la derrota<br />

en el frente de guerra abriría el camino al triunfo de la revolución; las crecientes bajas<br />

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