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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

inobjetable que el Kremlin encarcelara a millones de anticomunistas. A raíz de la<br />

multa impuesta a la comunidad judía de Alemania, Roosevelt retiró a su embajador<br />

Hugh Wilson y alentó a Inglaterra a declarar combinadamente una guerra comercial<br />

contra el Reich.<br />

El primer paso para la ruptura y para la guerra armada se había dado ya.<br />

A continuación Roosevelt agregó que<br />

«las tempestades en el extranjero amenazaban directamente a tres instituciones<br />

indispensables para los americanos, la religión, la democracia y la buena fe<br />

internacional».<br />

Era extraordinario que Roosevelt —masón 33— presentara a Alemania como un<br />

peligro para la religión y que nada dijera respecto a la URSS. Berlín acababa de<br />

firmar el 20 de julio de 1933 un Concordato con el Vaticano, que incluso concedía<br />

libertad completa a las escuelas confesionales, cosa que rige en muy contados países.<br />

Además, Hitler proclamaba enfáticamente que «las doctrinas e instituciones<br />

religiosas de un pueblo debe respetarlas el Fuehrer político como inviolables... Los<br />

partidos políticos nada tienen que ver con las cuestiones religiosas». Y en contraste<br />

con todo esto, en Rusia estaba prohibida la enseñanza religiosa para jóvenes que no<br />

hubieran cumplido los 18 años, período durante el cual el Estado les inculcaba un<br />

profundo sentimiento ateísta, concretado en la conocida frase leninista de que «la<br />

religión es el opio del pueblo».<br />

Era igualmente extraordinario que Roosevelt presentara a Alemania como una<br />

amenaza para la democracia y nada dijera de la URSS, en donde el sistema dictatorial<br />

era primitivo y sangriento, con el agravante de que no se trataba de una dictadura<br />

instaurada pacíficamente mediante plebiscito —corno la de Hitler—, sino mediante<br />

purgas sangrientas.<br />

Y también era extraordinario que Roosevelt se refiriera a Alemania como<br />

«amenaza a la buena fe internacional» —a pesar de que la política alemana se<br />

orientaba específicamente contra la URSS—, y que el propio Roosevelt enmudeciera<br />

ante la bien clara intención bolchevique de imponer su sistema de gobierno a todo el<br />

orbe. El primer paso en este sentido lo dio el marxismo al integrar la Tercera<br />

Internacional Comunista en todos los países de Occidente. Y estas células, avanzadas<br />

de la «revolución mundial», ostentaban públicamente los símbolos bolcheviques<br />

(bandera roja, hoz, martillo y canto de la Internacional) y recibían instrucciones del<br />

Kremlin.<br />

Pero todo esto era soslayado deliberadamente por Roosevelt, según refiere el<br />

diplomático Bullit, quien durante muchos años fue en Estados Unidos el adalid de los<br />

que pugnaban por el reconocimiento de la URSS. Sin embargo, más tarde se alarmó<br />

ante la política pro-soviética de Roosevelt.<br />

Si en estos tres puntos —religión, democracia y buena fe internacional— carecía<br />

de fundamento la acusación de Roosevelt contra Alemania, en cambio sí era un hecho<br />

que en la URSS no se combatía al movimiento político judío (del cual el marxismo ha<br />

sido uno de sus más poderosos tentáculos) y en Alemania sí se le exhibía y se le<br />

retaba.<br />

La eliminación de contados israelitas durante las «purgas» soviéticas, era sólo<br />

un fanático castigo de los timoratos o los incompetentes, pero no un ataque<br />

fundamental al movimiento político. Caía el hebreo Kerensky, pero surgía el judío<br />

Trotsky; caía Trotsky, pero cobraba más poder el hebreo Zinoviev; caía Zinoviev, pero<br />

se vigorizaban Litvinof, Kaganovich y todos sus colaboradores.<br />

En cambio, el nacionalsocialismo de Hitler sí era enemigo del movimiento<br />

político israelita. Por eso un discurso de Hitler condenando las ambiciones de esa<br />

conjura causaba más indignación y alarma entre los círculos israelitas, que la<br />

— 50 —

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