BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
cuando vieron los tanques alemanes avanzar sobre los cañones que aún estaban<br />
disparando a un objetivo calculado a varios kilómetros de distancia. Los<br />
oficiales quedaron atontados cuando las Panzer súbitamente aparecieron en sus<br />
puestos de mando como primera indicación de que el frente había sido<br />
perforado».<br />
Los audaces golpes iniciales estaban así abriendo las puertas de la «blitzkrieg»<br />
al ejército alemán y las del desastre a los ejércitos francés, belga y británico.<br />
Nuevamente las imponderables fuerzas del espíritu alteraban los previsibles y lógicos<br />
resultados que auguraban las cifras de los cálculos. Nuevamente Moltke tenía razón:<br />
«En la guerra todo es incierto; cierto es sólo la voluntad y el espíritu que el estratego<br />
lleva en su propio pecho».<br />
A los cinco días de lucha —dice Churchill en sus Memorias— Reynaud le habló<br />
por teléfono. Sus arrestos bélicos se habían esfumado: «He-mos sido derrotados;<br />
hemos sido derrotados —le dijo—; hemos perdido la batalla. El frente está roto cerca<br />
de Sedán y por allí se precipitan grandes masas con tanques y carros blindados...»<br />
Reynaud pedía más ayuda a Churchill y éste a Roosevelt, como el principal alentador<br />
moral y proveedor material que era de la guerra anglo-francesa contra Alemania.<br />
Entretanto, la tenaza de von Rundstedt, con Guderian en la vanguardia,<br />
atravesaba todo el norte de Francia envolviendo a los ejércitos belga, francés y<br />
británico. La síntesis que Clausewitz había hecho de la táctica de Napoleón estaba<br />
dando sus más brillantes resultados: «marchar y combatir, combatir y marchar». Un<br />
gigantesco Cannas se iba forjando implacablemente. En la clásica batalla de Cannas<br />
(216 antes de nuestra era) Aníbal envolvió con 50,000 cartagineses a 72,000<br />
romanos y los aniquiló. En la nueva y gigantesca lucha de envolvimiento, conocida<br />
como la batalla de Flandes, 945,000 ingleses, franceses y belgas estaban siendo<br />
cercados.<br />
El general Jodl anotó en su Diario que el 20 de mayo, al llegar la noticia de que<br />
las tropas anglo-francesas habían sido envueltas en Flandes, Hitler dijo fuera de sí de<br />
alegría, que pronto podría hacer las paces con los ingleses. Creía que después de<br />
aquel descalabro aceptarían la amistad que hacía tiempo les brindaba.<br />
El 22 de mayo la tenaza de von Rundstedt llegó hasta el puerto de Boulogne, y el<br />
23 a Calais. Las divisiones blindadas de Guderian estaban a punto de cerrar la trampa<br />
de Flandes. A las tropas aliadas no les quedaba más escapatoria que el mar, por el<br />
puerto de Dunkerque, y fue allí donde ocurrió uno de los más espectaculares hechos<br />
de la guerra. Churchill proclamó como un triunfo que el ejército inglés, aunque<br />
perdiendo el equipo, hubiera salvado la vida. Lo que no se supo entonces fue que<br />
Hitler había hecho posible esa salvación en un nuevo intento para llegar a un acuerdo<br />
con Inglaterra.<br />
El historiador militar británico Liddell Hart dice que el 23 de mayo las<br />
divisiones blindadas alemanas llegaron hasta el Canal Aa, en Gravelines, a 16<br />
kilómetros de Dunkerque; el Cuerpo del general Reinhardt avanzó hasta el Canal Aire<br />
St. Omer-Gravelines, donde sólo había un batallón de los aliados. Las blindadas<br />
establecieron cabezas de puente sobre el Canal, el día 23, después de lo cual no<br />
quedaba obstáculo ninguno. Pero cuando la trampa iba a cerrarse en Dunkerque<br />
mediante un factible golpe de las panzer, llegó la orden terminante de «hacer alto».<br />
«Esta orden expedida por el Alto Mando enemigo —dice Hart— preservó al ejército<br />
británico cuando no había nada que lo salvara».<br />
Von Kleist, el comandante de las fuerzas panzer, refiere que al recibir la orden le<br />
pareció que no tenía sentido. Guderian, comandante de un Cuerpo de Ejército<br />
Blindado, agrega que protestó contra la «maldita orden», pero que ésta fue repetida.<br />
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