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BORREGO : Derrota mundial<br />

LOS DOS ELEMENTOS QUE FORMARON EL BOLCHEVISMO<br />

Es siempre costumbre que el triunfo tenga muchos autores, auténticos o no, y<br />

que en cambio todos rehuyan la paternidad de los fracasos; pero el triunfo de la<br />

revolución rusa es una de las excepciones de esa regla. Por lo menos hasta ahora sólo<br />

se ha atribuido fragmentaria y tenuemente a la comunidad israelita. Y esto no<br />

obstante la evidencia de que la base ideológica de la revolución rusa la crearon los<br />

judíos Marx y Engels; la pusieron en movimiento social Lenin, Zinoviev, Kamenev,<br />

Bronstein y otros israelitas; la solapó y ejecutó a medias el hebreo Kerensky; la<br />

ayudaron económicamente desde EE. UU. los magnates Kuhn Loeb, Félix Warburg,<br />

Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef Asxhberg, y la hicieron posible agitando a las<br />

masas proletarias un sinnúmero de comisarios israelitas, como judíos eran —<br />

simbólicamente— 10 de los 12 revolucionarios que ejecutaron a la familia real de los<br />

Romanof.<br />

Uno de los modernos profetas del semitismo, Teodor Herzl, ya había advertido<br />

antes del triunfo de la revolución rusa:<br />

«Somos una nación, un pueblo... Cuando los judíos nos hundamos,<br />

seremos revolucionarios, seremos los suboficiales de los partidos<br />

revolucionarios. Al elevarnos nosotros subirá también el inmarcesible poder del<br />

dinero judío» («Un Estado judío»).<br />

Son numerosísimas las huellas que los israelitas dejaron en la preparación y la<br />

consumación de la revolución rusa, pero por uno u otro motivo la difusión de estos<br />

hechos ha sido tan lenta y fragmentaria que generalmente suenan a inverosímiles o<br />

fantásticos cuando se les conoce en toda su magnitud.<br />

Ni la universalmente reconocida seriedad de Henry Ford libró a esas<br />

revelaciones de las dudas que lógicamente producen:<br />

«Una Rusia Soviética hubiese sido sencillamente imposible —dice Henry<br />

Ford en El Judío Internacional—, a no ser que un 90% de los comisarios fueran<br />

judíos. Otro tanto hubiera ocurrido en Hungría, de no ser judío Bela-Khun («El<br />

Príncipe Rojo») y con él 18 de sus 24 comisarios... El Soviet no es una<br />

institución rusa, sino judía».<br />

Agrega que al triunfar la Revolución bolchevique, el nuevo régimen fue<br />

integrado preponderantemente con israelitas y cita el siguiente cuadro:<br />

El mismo autor hace una cita del Dr. Jorge A. Simons, sacer-dote cristiano,<br />

que escribió: «Cuando Rusia se hundió —afirma—, inmediatamente surgió el<br />

judío Kerensky. Como sus planes no fueron suficien-temente radicales, le<br />

sucedió Trotsky. Actualmente, en Rusia (1920), en cada comisario hay un judío.<br />

De sus escondrijos irrumpen los judíos rusos como un ejército bien<br />

organizado... Todos los banqueros judíos en Rusia permanecieron sin ser<br />

molestados, mientras que a los banqueros no judíos se les fusiló... El<br />

bolchevismo es anticapitalista sólo contra la propiedad no judía. Si el<br />

bolchevismo hubiese sido real-mente anticapitalista, hubiera matado de un solo<br />

tiro al capitalismo judío. Pero no fue así... Sólo a los judíos se les pueden remitir<br />

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