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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

porque los adelantos que la técnica ha puesto al servicio de la difusión del<br />

pensamiento —radiogramas, cablegramas, libros, películas, folletos, etc.— tienen su<br />

anverso positivo de orientación y su reverso negativo de confusión, según el sentido<br />

en que se les utilice. En la guerra y después de ella se les ha utilizado para confundir.<br />

Un diluvio de crónicas con dosificada intención; de libros apa-rentemente<br />

históricos, de radiodifusiones y de películas bajo la influencia intangible de los<br />

mismos ocultos inspiradores, oscurecen situaciones, infiltran deformaciones. Nada<br />

tiene así de extraño que aun los espíritus más serenos, objetivos e imparciales —para<br />

no hablar de masas carentes de opinión propia— lleguen a conclusio-nes erróneas.<br />

Por eso muchas conciencias firmes han hecho insensiblemente suya la forma<br />

ajena y capciosa de plantear el problema internacional de la segunda guerra. Una vez<br />

dado ese primer paso en falso, los siguientes son erróneos también, y por eso es tan<br />

frecuente que hombres de profunda comprensión y sólido criterio confiesen ahora su<br />

desconcierto ante los sucesos internacionales.<br />

Un nuevo examen de lo que ocurrió, y por qué ocurrió, puede aclarar los sucesos<br />

presentes y ayudar a prever los futuros.<br />

El monstruoso engaño que el mundo padeció al inmolar millo-nes de vidas y al<br />

consumir en fuego esfuerzos inconmensurables, para luego quedar en situación<br />

incomparablemente peor que la anterior, no es obra del azar. Si el resultado sólo<br />

fuera desorden quizá nada habría de sospechoso. Pero en la bancarrota que el mundo<br />

occidental afronta ahora se oculta un admirable tejido de acontecimientos. Dentro del<br />

aparente desorden hay un eslabonamiento ad-mirable de hechos que obedecen a un<br />

mismo impulso y que marchan hacia una misma meta.<br />

Detrás de todo esto hay una inteligencia y una fuerza. La situación actual no es<br />

el resultado fortuito del desorden, sino la notable culminación de una serie de actos<br />

que se enlazan siguiendo una secuencia y un camino. Occidente se halla de pronto en<br />

el momento más comprometido de su historia, pero su desgracia no ha descendido de<br />

accidentales sucesos. Ha sido labrada minuciosamente y escrupulosamente.<br />

Examinando los orígenes y el desarrollo de la segunda guerra surgen luces que<br />

explican el presente. Tal es el objeto de este libro.<br />

Muchos de los que vieron desaparecer las falanges macedónicas; de los que<br />

presenciaron la caída de Alejandro, el asesinato del César, la capitulación de<br />

Napoleón, crían asistir a acontecimientos comunes y corrientes, pero estaban<br />

presenciando los fulgores que encienden cada zig-zag de la historia.<br />

Lo que ahora tenemos a la vista es algo más que fulgor de un simple cambio; es<br />

el incendio inconmensurable de una cultura que casi sin saber por qué presiente las<br />

pisadas del peligro mortal.<br />

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