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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

Inglaterra y Francia, aunque luego fue dominada por la reacción nacionalista<br />

encabezada por Franco, que a su vez recibió apoyo de Hitler y Mussolini.<br />

El marxismo internacional se alarmó y movilizó sus contingentes en todo el<br />

mundo, en un esfuerzo psicológico para hostilizar al nuevo régimen alemán. La lucha<br />

se circunscribía a discursos, propaganda y mutuas recriminaciones, pero ya era el<br />

presagio de la gran contienda para la cual estaban forjándose armas y voluntades.<br />

Dentro de Alemania misma, el internacionalizado movimiento obrero trató de<br />

presentar combate. El partido comunista alemán contaba con dos millones de<br />

miembros, además de la parcial adhesión de cuatro millones de socialdemócratas.<br />

Aunque severa, la represión no había logrado aniquilar todas las redes ocultas de los<br />

organizadores marxistas y éstos prepararon un golpe de Estado en 1935.<br />

Esa fue la más palpable evidencia de que los comunistas de un país son siempre<br />

un peligro latente para la Patria, porque en última instancia sus jefes son extranjeros.<br />

Naturalmente, las órdenes de éstos no se ajustan al interés de la nacionalidad de sus<br />

súbditos, sino a los fines internacionales que el marxismo persigue.<br />

Curt Riess refiere en «Gloria y Ocaso de los Generales Alemanes» que varios<br />

dirigentes comunistas creyeron haberse ganado al general Von Rundstedt,<br />

comandante de 16 divisiones, y ofrecieron depositar en un Banco suizo 1.250,000<br />

francos para la rebelión. El 11 de julio (1935) el general Von Witzleben se presentó a<br />

nombre de Von Rundstedt a recoger el cheque; tomó fotografías y volvió a<br />

depositarlo.<br />

«Al siguiente día —añade Riess— se desató sobre Alemania una ola de<br />

detenciones y cayeron presos muchos antiguos dirigentes de federaciones<br />

obreras, así como varios políticos que habían combatido en las filas de la<br />

oposición al nazismo. En la misma noche los SS (tropas selectas alemanas)<br />

hicieron su aparición por las calles, por primera vez desde el 30 de junio de<br />

1934. Inicióse una persecución que en los próximos días alcanzó el máximo de<br />

desenfreno. El día 15 —fecha fijada para la insurrección— pasó sin que<br />

Rundstedt se levantara en armas».<br />

Y es que Rundstedt, aunque indiferente hacia el movimiento nazi<br />

(nacionalsocialismo), había fingido estar de acuerdo con los conspiradores y mantuvo<br />

al tanto a Hitler de lo que tramaban. Este acontecimiento destrozó los planes de la<br />

Internacional Comunista para frustrar desde la retaguardia la marcha hitlerista hacia<br />

el Oriente, o sea hacia la URSS. Como contrapartida, Berlín acogía a los<br />

oposicionistas soviéticos que lograban cruzar la frontera y los alentaba en sus planes<br />

encaminados a provocar una revolución antibolchevique en Rusia. Desde 1933 el<br />

líder alemán Rosenberg se encargó de celebrar juntas con exiliados rusos, entre<br />

quienes figuraba el general Pavel Skoropadsky. La esposa de Rosenberg, una joven<br />

rusa llamada Vera Schuster, se hallaba al tanto de estas actividades y a principios de<br />

1936 desapareció misteriosamente. Según dice Curt Riess, las potencias occidentales<br />

descubrieron después que la joven era espía de la policía soviética y que llevó a Moscú<br />

pistas precisas de los conspiradores. La magistral espía soviética no fue el único<br />

factor del triunfo del contraespionaje stalinista. Churchill revela en sus Memorias que<br />

en el otoño de 1936 Alemania hizo un llamado al presidente Benes, de<br />

Checoslovaquia, para que se le uniera en la lucha antimarxista, y le insinuó que algo<br />

muy importante iba a ocurrir pronto en la URSS.<br />

«Mientras que Benes meditaba acerca de esta sugestión —dice Chur-chill—<br />

se dio cuenta de que estaban cruzándose comunicaciones al través de la<br />

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