BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
más que unos pocos o sea los adictos a Stalin». Por eso Hugo Wast pone en boca<br />
de los propagandistas israelitas las siguientes palabras:<br />
«Dominamos la mayoría de los grandes diarios[2] y de las agencias de<br />
publicidad, y gobernamos los nervios de la humanidad. Asesinen cristianos en<br />
México, en España, en Rusia; eso no tiene importancia, no lo trasmiten nuestras<br />
agencias ni lo publican nuestros diarios. Atropellen un judío en Alemania o en<br />
Polonia, y escucharán la grita del mundo; intolerancia, progrom, antisemitismo.<br />
Y el mundo, que no ha llorado el martirio de un millón de cristianos en Rusia,<br />
rasgará sus vestidos porque a un profesor israelita le han quitado en Berlín una<br />
cátedra».<br />
En efecto, el monopolio informativo judío tornó a repetir sus estudiados puntos<br />
de propaganda para engañar y azuzar a los pueblos occidentales. Y es un fenómeno<br />
infalible en la técnica publicitaria que una verdad expuesta esporádicamente se olvida<br />
y desacredita, en tanto que una mentira repetida sin cesar acaba en cierto tiempo por<br />
ser aceptada.<br />
«El lector se entera de lo que debe saber —decía Oswaldo Spengler<br />
respecto a los diarios europeos 21 años antes de la guerra— y una voluntad<br />
superior informa la imagen de su mundo... ¿Qué es la verdad? Para la masa, es<br />
la que a diario lee y oye. Ya puede un pobre tonto recluirse y reunir razones para<br />
establecer la verdad, seguirá siendo simplemente su verdad. La otra, la verdad<br />
pública del momento, la única que importa en el mundo efectivo de las acciones<br />
y de los éxitos, es hoy un producto de la prensa. Lo que ésta quiere es la verdad.<br />
Sus jefes producen, transforman, truecan verdades». Y eso fue lo que ocurrió<br />
con la opinión pública de las potencias occidentales. Mediante el siniestro<br />
engaño de que ellas estaban en peligro mortal, y no el marxismo judío, fueron<br />
arrojadas a la espalda de Alemania cuando ésta se preparaba para su lucha<br />
contra la URSS. [1]<br />
Desde enero de 1934 los obispos evangélicos tuvieron una entrevista con Hiíler<br />
e hicieron pública su adhesión al Tercer Reich, condenando «las maquinaciones<br />
contra el Estado».<br />
Y el 20 de agosto de 1935 la conferencia de obispos católicos alemanes reunida<br />
en Fulda, telegrafió a Hitler: «Los obispos reunidos en Fulda envían al Fuehrer del<br />
pueblo alemán el sentimiento de fidelidad y respeto que según la ley divina debemos<br />
al poder y dignidad más elevada del Estado».<br />
[2] En Inglaterra, Estados Unidos y otros países es frecuente que hasta el 40%<br />
de los ingresos de numerosos periódicos importantes provenga de anunciantes<br />
israelitas. Disgustarlos equivale a cerrar el periódico.<br />
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