BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
incorporación de mi país natal al Reich Alemán. Alemania, pueblo alemán,<br />
partido Nacional Socialista ¡salud y victoria!»<br />
El diplomático Von Papen, en muchos aspectos opositor a Hitler, refiere así<br />
aquellos momentos:<br />
«La fantástica ovación había llevado a estos jefes de partido, ya cur-tidos, a<br />
un estado de éxtasis. Era una experiencia extraordinaria, y la repetición<br />
incesante del grito triunfal: “¡Heil, Heil, Sieg Heil” sonaba en mis oídos como un<br />
toque de somatén. Cuando Hitler se volvió hacia mí para hablarme, su voz<br />
parecía ahogada por sollozos: ¡Qué tarea inmensa tenemos ante nosotros, Herr<br />
von Papen; nunca debemos separarnos hasta que nuestro trabajo esté<br />
terminado!».<br />
Aunque fotografías y noticieros de las más diversas fuentes captaron como<br />
testimonio viviente el júbilo con que la provincia austríaca se adhería a la comunidad<br />
alemana, y aunque los corresponsales extranjeros informaron de ese estado de<br />
ánimo, una corriente propagandística mundial no tardó en referirse a Austria como a<br />
un país inicuamente sojuzgado, aunque quedaba sin explicación el hecho de que los<br />
«sojuzgados» aclamaran gozosos en las calles a sus «sojuzgadores» y de que no<br />
hubiera ni un tiro, ni un acto de sabotaje, ni una protesta.<br />
El plebiscito efectuado el 10 de abril de ese mismo año de 1938 arro-jó un<br />
resultado de 4.273,000 votos en favor de la fusión y 11,000 en contra. La<br />
incorporación de Austria a Alemania era mil veces menos objetable y discutible que la<br />
anexión de Georgia, Azerbaiján, Armenia, Kaskastán, Uzbakistán, Turkmenia,<br />
Tadjikia y Kirghisia a la URSS, ya que estas ocho provincias o países soberanos<br />
totalizaban 25 millones de habitantes que en su mayoría ni siquiera hablaban el ruso.<br />
Entre ellos y sus anexadores no había lazos de sangre, ni de religión, ni de<br />
costumbres. Su incorporación no fue en todos los casos pacífica e incruenta, sino<br />
realizada bajo el persuasivo recurso del terror y de las «purgas».<br />
No obstante, un discreto manto de silencio, apenas descorrido en esporádicos y<br />
comedidos relatos «objetivos», había solapado la expansión de la URSS, en contraste<br />
con la forma sensacionalista y capciosa con que se pretendía hacer del caso austríaco<br />
un motivo de agitación mundial contra Alemania. Y es que estaba ya erigiéndose el<br />
escenario para lanzar a Occidente a una guerra ajena y hasta perjudicial a sus<br />
intereses.<br />
EL TALÓN DE AQUILES DEL NACIONALSOCIALISMO<br />
El nacionalsocialismo había surgido como la llama de un movimiento ideológico<br />
opuesto al marxismo-israelita. Sus enemigos naturales eran Moscú y los círculos<br />
judíos de Occidente. Estos se hallaban empeñados tanto en ayudar a la URSS como<br />
en evitar que el nacionalsocialismo siguiera poniendo al descubierto los sistemas de<br />
explotación del Reino del Oro.<br />
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