BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
Asimismo especifica que la orden fue recibida por él a las seis de la mañana del 21 de<br />
mayo y «quedarnos sin habla», pero no hubo más remedio que acatarla. «¡Lo hice<br />
con gran dolor de mi corazón!», refiere en sus memorias. Después de la 10a. división<br />
blindada llegó la 2a., el «Leibstandarte Adolfo Hitler», y luego otra más, todas las<br />
cuales fueron quedando ociosas y estacionadas, casi frente a Dunkerque. El general<br />
von Brauchitsch, comandante del ejército, le explicó a Guderian que la orden era de<br />
Hitler. Liddell Hart dice que el general von Thomas, que acompañaba a Guderian,<br />
divisó Dunkerque y varias veces pidió al Alto Mando permiso para avanzar, pero se lo<br />
negaron.<br />
«Los comandantes alemanes —añade Hart— tuvieron que sentarse y ver<br />
cómo los británicos se les escapaban delante de sus narices... El general Siewert,<br />
ayudante de Brauchitsch, asegura que Hitler personalmente ordenó el alto, pese<br />
a la oposición de Brauchitsch y Halder».<br />
Churchill atribuye a von Rundstedt la orden de ese extraño freno a las divisiones<br />
blindadas que podían impedir la escapatoria de los ingleses por Dunkerque, pero<br />
Liddell Hart dice que no hay evidencias históricas de tal afirmación. Por el contrario,<br />
el mismo von Rundstedt declaró que él deseaba proseguir el ataque, pero que Hitler<br />
dio órdenes específicas de cesar todo avance (orden que von Rundstedt simplemente<br />
transmitió) y sólo permitió que se utilizara la artillería como fuego de hostigamiento.<br />
Hart agrega que tampoco hay evidencia de que la defensa transitoria de Calais<br />
hubiera salvado a Dunkerque —como insinúa Churchill—, pues la división blindada<br />
alemana que atacó a Calais era sólo una de las siete que había en el área y que no<br />
tenían nada que hacer.<br />
El general Blumentritt, jefe del Estado Mayor de Rundstedt, le refirió a Liddell<br />
Hart que<br />
«La orden de Hitler tenía origen político... Al visitar el cuartel general de<br />
Rundstedt en Charleville, Hitler se encontraba de muy buen humor... Opinó que<br />
la guerra se terminaría en seis semanas. Después de haber deseado llegar a una<br />
paz razonable con Francia, el camino estaría libre para llegar a un acuerdo con<br />
la Gran Bretaña. Luego nos sorprendió —sigue diciendo el general Blumentritt—<br />
, al expresarse con admiración del Imperio Británico, de la necesidad de su<br />
existencia y de la civilización que la Gran Bretaña había introducido al mundo...<br />
Comparó el Imperio Británico con la Iglesia Católica diciendo que ambos eran<br />
elementos esenciales para la estabilidad del mundo. Dijo que todo lo que quería<br />
de Inglaterra era que reconociera la posición de Alemania en el Continente... y<br />
que hasta apoyaría a la Gran Bretaña si ésta se viera envuelta en dificultades...<br />
Concluyó que sus miras eran las de hacer la paz con Gran Bretaña sobre una<br />
base que ella considerara aceptable y compatible con su honor».<br />
Blumentritt dedujo que Hitler no quería enardecer más al pueblo británico.<br />
Dejando escapar a las tropas expedicionarias actuaba conforme a su viejo anhelo de<br />
lograr que Alemania y la Gran Bretaña llegaran a ser amigas. «Su indiferencia hacia<br />
la posibilidad de invadir Inglaterra —añade el mismo general alemán— comprobaba<br />
lo anterior» .<br />
Hitler fue partidario de audaces planes militares y esto le causó frecuentemente<br />
dificultades con su Estado Mayor General. Al ordenar el «alto» frente a Dunkerque<br />
parecía que de súbito se había vuelto torpemente cauteloso. La explicación de ese<br />
aparente absurdo es que no procedía entonces por razones militares, sino políticas, y<br />
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