BORREGOdermund
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BORREGO : Derrota mundial<br />
González Blanco cita a Walter Citrine, secretario general de «Trades Unions»,<br />
que a su regreso de Rusia escribió en Londres: «No hay la menor duda de que reina<br />
un régimen de opresión. Los obreros no tienen libertad para poder hablar, como en<br />
Inglaterra. No pueden luchar contra el Estado, contra el Sindicato, contra el comité<br />
de fábrica o la célula comunista».<br />
La famosa «dictadura del proletariado» era sólo una fórmula propagandística<br />
para encubrir la dictadura extraña impuesta al proletariado ruso. Era evidente que el<br />
comunismo teórico había hablado de redención del proletariado para atraer a las<br />
masas, pero una vez controladas éstas, el comunismo práctico resultaba ser algo muy<br />
distinto. Era, en suma, un imperialismo dirigido y apuntalado por los jefes y los<br />
comisarios judíos de la URSS.<br />
Esta opresión material tenía también sus equivalentes en el campo espiritual.<br />
Todos los ancestrales sentimientos religiosos del pueblo fueron fanáticamente<br />
combatidos; se prohibió la enseñanza religiosa a menores de 18 años, en la seguridad<br />
de que a esa edad las nuevas generaciones ya habían sido suficientemente<br />
predispuestas en la escuela para no asimilar la religión de sus antecesores. Según<br />
refiere González Blanco, un Manual Antirreligioso para los obreros circuló<br />
profusamente en las fábricas; la obra Educación Antirreligiosa fue libro de texto en<br />
las escuelas; Quince años de Ateísmo Militante en la URSS fue diseminado en todos<br />
los sectores, y en 1925 se fundó la asociación «Sin Dios», particularmente para niños<br />
y jóvenes. Además, un nuevo himno fue oficial en las escuelas:<br />
«La estrella de Belén<br />
ya se ha extinguido.<br />
Mas entre nosotros brilla eterna<br />
la estrella de cinco puntas[3].<br />
La cruz y los iconos, todas estas antiguallas<br />
las hemos arrojado a la basura,<br />
porque todos estos trebejos<br />
ensombrecen nuestra ruta.<br />
Los Sin Dios abatieron<br />
toda esa credulidad putrefacta».<br />
Lo más grave de este sistema de vida era que no se trataba precisamente de un<br />
organismo nacional con fronteras claramente establecidas, sino de un movimiento<br />
marxista con aspiraciones universales enfáticamente expresadas en su fórmula de<br />
«revolución mundial», mil veces ratificadas por Lenin, Stalin y todos los exegetas del<br />
marxismo israelita.<br />
«Pravda» del 15 de noviembre de 1921 decía[4]: «En estos cuatro años<br />
transcurridos queda demostrado que no puede haber paz entre el reino de la<br />
burguesía y el reino del proletariado. No caben fronteras pacíficas entre un Estado<br />
Socialista y un Estado Burgués». Y posteriormente el órgano oficial bolchevique<br />
«Izvestia» auguraba aún más categórico: «No está lejano el tiempo en que los<br />
ejércitos de obreros y campesinos, definitivamente organizados, pasarán como un<br />
huracán de una punta a otra de la tierra». Precisamente en ese entonces hubo una<br />
crisis terrible en la URSS, por la escasez de víveres, y el régimen bolchevique fue<br />
apuntalado desde el exterior, pues en Estados Unidos los cómplices del comunismo<br />
invocaron razones humanitarias para enviarle ayuda.<br />
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