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BORREGOdermund

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BORREGO : Derrota mundial<br />

occidentales? Proponía «zonas de influencia» para cada potencia: Alemania no<br />

interferiría los intereses de Estados Unidos en América, ni los de Inglaterra y Francia<br />

en sus respectivos imperios coloniales. Pero aniquilaría al marxismo imperante en la<br />

URSS y crecería a costa de territorio soviético.<br />

Es decir, las instituciones políticas, ideológicas y religiosas de los países<br />

occidentales no solamente quedaban al margen de la lucha de Berlín contra Moscú,<br />

sino que indirectamente se fortalecían porque al desaparecer el bolchevismo<br />

automáticamente desaparecía el enemigo principal de esas instituciones.<br />

Todo evidenciaba, pues, que si entre el nacionalsocialismo de Hitler y el Mundo<br />

Occidental existían discrepancias ideológicas, a la vez había muchos puntos de<br />

contacto y hasta de mutua conveniencia. Y en cambio, entre el marxismo de Moscú y<br />

los pueblos occidentales sólo existían insalvables abismos de diferencias políticas,<br />

ideológicas y religiosas.<br />

La forma extraordinariamente sangrienta en que el bolchevismo conquistó y<br />

afirmó el poder en Rusia; lo inusitado de sus doctrinas que niegan los principios<br />

milenarios de nacionalidad y patria; su mortal encono contra la propiedad privada;<br />

su categórica posición ateísta; su implacable persecución religiosa y su declarada<br />

ambición de extender estos sistemas a todo el orbe mediante la «revolución mundial»<br />

profetizada por Marx, fueron factores más que suficientes para que los pueblos de<br />

Occidente vieran a la URSS con recelo y hostilidad.<br />

¿Cómo fue entonces posible que esos países occidentales no secundaran la<br />

acción contra el enemigo común bolchevique?<br />

En menor grado, ¿cómo fue posible que ni siquiera conservaran su neutralidad<br />

ante el ataque alemán a esa amenaza común? Y por último, ¿cómo fue posible que<br />

dichos países occidentales no reservaran sus fuerzas en expectante espera, a fin de<br />

determinar la suerte del mundo una vez que el choque Berlín-Moscú se hubiera<br />

decidido en un mutuo destrozamiento?<br />

Todas estas incógnitas se despejan en seguida al observar el desarrollo de los<br />

hechos y al ver cómo los países occidentales fueron empujados sucesivamente en<br />

favor de los intereses judío-marxistas. Este increíble proceso encierra ya los gérmenes<br />

de la terrible crisis que ahora conmueve a la Civilización Occidental. La abrumadora<br />

amenaza de hoy comenzó a forjarse en aquel entonces.<br />

PUEBLOS LANZADOS A LOS BRAZOS DE SUS ENEMIGOS<br />

A consecuencia del cataclismo económico que sufrió Estados Unidos en 1929 (el<br />

cual muchos peritos atribuyen a los financieros judíos) hubo miles de quiebras,<br />

quedaron cesantes once millones de trabajadores, fue devaluado el dólar y perdió<br />

fuerza el Partido Republicano, entonces en el poder. En esas circunstancias se<br />

presentó la candidatura de Franklin D. Roosevelt, del Partido Demócrata. Roosevelt<br />

se hallaba cordialmente relacionado con todas las esferas israelitas, pero como por<br />

algunos momentos sus partidarios temieron un fracaso, montaron una campaña de<br />

prensa en que se aparentaba que los banqueros de Wall Street eran enemigos de<br />

aquél. Por ese solo hecho millares de ciudadanos resentidos contra los autores del<br />

cataclismo económico se volvieron a favor de Roosevelt.<br />

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