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JESUS ENRIQUE GUEDEZ. Nació en Puerto Nutrias de Barinas en 1930.
Poeta, cineasta. Licenciado en Comunicación Social de la Universidad
Central de Venezuela, donde ejerce actualmente la docencia. Publicó en
1959 Las Naves, poemario con el cual obtuvo el Premio de las
Universidades Nacionales. Perteneció al famoso grupo Tabla Redonda con
Rafael Cadenas, Jesús Alberto León y Arnaldo Acosta Bello. En 1961
publica su poemario Sacramentales, en 1965 publica Sextantes. Su carga
emocional se desborda en recuerdos de infancia y amores juveniles con
Sextantes, su pasión se aprisiona en versos concisos de íntimo lirismo.
Guédez estudió dirección de Cine en Roma. En 1994 obtiene el Premio
Nacional de Cine. Ha realizado Cine documental, historias de vida sobre
Orlando Araujo y José León Tapia y sobre la vida y obra de artesanos y
artistas plásticos de varias partes del país.
SACRAMENTALES
Jesús Enrique Guédez.
A lo hora de la siesta las aves pequeñas, ávidas de cereales llegaban hasta
las despensas y graneros. Trin­trin­trin con el perolito de Dios, sudado
como pecador semanasantero, nos despertaban los pedigüeños de las vegas
calcinadas. Y yo me levantaba con la pirotecnia de sol en el techo de zinc.
Veintemil cornetas de guerrillas desangradas avanzaban taratín­taratíntaratín
con la bandera calderero manos leprosas. Yo lamía descalzo la
neblina de mi paladar cuando pisaba al levantarme la tierra ruidosamente
irrigada esa noche por mi orina.
Mientras tanto en la calle desde el puente Juan jueves chapaleteaba con sus
largas piernas colgantes aguas y animales aboyados aguas y el hojaldre de
comidas a domicilio y el compacto abultamiento de tripas como la
puñalada que alumbra en la raíz de un árbol envuelto en los sucesos de la
novia boyas de papel periódico de trapo. Adiós! Adiós! Adiós! Decía el
vegete chismoso y muy orondo en la amurada de su embarcación pero fue
cuando Juan jueves se rascó las verijas y se oyó en todo el pueblo el
ronroneo de su cosquilla desde la planta del pié hasta su ombligo estrellado
y el calderero mendigo peón corredor de fabulaciones delirium tremens me
llamaba Eh! Eh! Eh! Como si yo tuviera monedas en mis ojos ictéricos
además lustrosos con saltitos palúdicos.