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Coro hasta las orillas del Apure no los nombraron desiertos, ni sabanas, ni
praderas, sino llanuras, los Llanos.” 3
Soledad, planitud e inmensidad parecen haber impresionado a
Humboldt y lo hacen y lo harán con todo aquel que cruce esas vastedades
que son las sabanas abiertas, limpias de árboles, las cuales constituyen no
la totalidad, pero si el más característico de los paisajes de nuestros Llanos
y el que preferentemente llama la atención de visitantes y viajeros. El ha
sido tema de la literatura y hasta ha servido para, en ejercicio de una
sicología social espontánea, atribuirle a su influjo la vocación
independiente y libertaría del llanero. Sin discutir sus efectos sobre la
persona que lo contemple, ellos no bastan a explicar una característica
cultural tan acendrada en ese pueblo y la cual creemos derivada de toda su
historia de marginalidad y rechazo de los poderes de las sociedades urbanas
que han pretendido sojuzgarlos; a todo lo cual podemos agregar que buena
parte del sentimiento de libertad de los llaneros frente a su paisaje deriva
del conocimiento cabal que de él tienen, como corresponde a culturas que
mantienen tan estrecho contacto con la naturaleza. Ese conocimiento se
traduce en seguridad propia y sentimientos de dominio sobre el medio.
La inmensidad y monotonía del paisaje también es capaz de suscitar
otras sensaciones como la de inmovilidad, es decir, caminar sin que parezca
que se avanza en ninguna dirección; A ella corresponde la frase “El
horizonte y yo vamos/solos por la llana tierra/...”con la que Alberto Arvelo
Torrealba inicia sus Cantas; y esta otra de Humboldt: “la contemplación de
un horizonte que de continuo parece huir ante nosotros”. A veces un sol
rotundo hace reverberar la raya horizontal en lontananza, entonces son
posibles espejismos y otras confusiones visuales.
Otra característica notable de nuestros Llanos es el clima. La
proximidad del Ecuador reduce a dos las estaciones y, posiblemente, incide
también en la extrema diferencia sensible entre ambas. La de las lluvias va
desde mayo hasta noviembre, cuando se inicia el verano o temporada seca.
Humboldt también observó el agudo contraste entre verano e invierno:
“Los Llanos y las Pampas de la América meridional son verdaderas
estepas. Manifiestan un bello verdor durante la estación de las lluvias;
mas en el tiempo de las grandes sequías tienen el aspecto de un desierto.
La yerba es entonces polvo; agriétase la tierra; el cocodrilo y las grandes
serpientes se quedan sepultados en el lodo desecado hasta que los primeros
3 Ibid. p. 211.