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por arte de magia, en el más bello panorama que hubiera contemplado en
mi vida. A nuestros pies se extendía una infinita pradera, fresca y verde
como el campo mejor cultivado, en la que se agitaban rebaños enteros de
caballos y reses, dispersos por la sabana. Varias lagunas animadas por
infinita variedad de aves acuáticas, reflejaban sobre su límpida superficie
las copas de las palmeras de grandes hojas, elevándose altivas sobre
bosquecillos de laureles y robledales. Hacia el fondo, y hasta donde
alcanzaba la vista, la ondulante llanura lucia como un inmóvil océano
pasada la borrasca.¨ 9
El piso inferior del Llano estaría formado por varias porciones
perfectamente identificables:
­El bolsón de Apure, una gran depresión, centrada en dicho río, que hacia
el norte llega hasta Libertad de Cojedes, por el sur hasta el río Meta, por el
este hasta cerca de Calabozo, donde se estrecha hasta confundirse con el
cuello de embudo orinocense y por el oeste alcanza a Guanarito, Nutrias,
Bruzual y Mantecal hasta el Meta.
­El cuello de embudo orinocense, que comprende la zona inundable
por el Orinoco en su margen izquierda.
­Llanos de Monagas, comprendidos entre las mesas, el Orinoco, El
Delta (caño Manamos), y las selvas hidrófilas del litoral Atlántico.
­Hoya del Unare, única porción del Llano que no desagua en el
Orinoco, sino en el mar Caribe. Las mesas anzoatiguenses son las
responsables de esa separación de las aguas.
Todas esas áreas estarán sujetas a inundaciones anuales, más o
menos severas, pero no puede esperarse absoluta uniformidad en la
vegetación, pues ella estará influida, además, por otros factores, entre ellos
los suelos. Así puede señalarse que los de la parte norte del bolsón de
Apure son ricos y profundos, con paisajes de mosaicos, donde alternan
bosques, sabanas y matorrales. Si avanzamos hacia el centro y sur del
bolsón encontramos palmares, sabanas pratiformes esteros parques (de los
referidos por Pittier) y si continuamos hasta los Llanos de Monagas, por el
que llamamos cuello de embudo, podemos agregar los morichales. La flora
de estas porciones, precisa Tamayo, es uniforme debido a las inundaciones
y está emparentada con la de la zona anegadiza del Alto Orinoco,
Caciqueare y Guainía. En definitiva, es el Costo Orinoco ya presentado
9 Paez, Ramon. Escenas Rústicas en Sur América (o la vida en los Llanos de Venezuela). Academia
Nacional de la Historia. Caracas 1973 pp. 41­42.