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Goajira­Paraguaná y el Arco del Baúl también se encuentran entre las más
estables del país, siendo poco afectadas por la orogénesis posterior al
Paleozoico. Las cordilleras de la Costa, de los Andes y de Perijá fueron,
lógicamente, las zonas de mayor actividad. Ya surgida la serranía costera,
se supone existió una gran depresión marina entre ella y el escudo
guayanés, la cual se prolongaba además hacia Maracaibo y Perijá. El
surgimiento de los Andes dividió dicha depresión, dejando la cuenca de
Maracaibo al noroeste y la de los Llanos hacia el centro y oriente, pero por
la misma época hubo un rejuvenecimiento del Arco del Baúl que diferenció
los Llanos en dos cuencas: la de Apure­Barinas y la Centro­Oriental.
En la región Sudoeste de Barinas puede destacarse el
comportamiento especial de las corrientes de agua; los ríos nacidos en los
Andes que descienden hacia el Llano, lo hacen con dirección al Sudeste,
hasta llegar al río Suripá; por otra parte, al sur del Sarare­Apure los cauces
de agua llevan dirección, casi franca, al Este; así ríos, caños y quebradas
que se deslicen entre Suripá y Sarare muestran cauce incierto, como si
duraran a cual pendiente seguir y un examen de la región muestra que
cauces, meandros fosilizados, madreviejas y antiguos albardones se cruzan
y entrecruzan, formando un tejido de camellones o diques que sirven de
sustento o soporte a las formaciones selváticas de las reservas forestales del
Caparo. 18
En ese lento pero indefinible mecanismo de formación de mares y
continentes, las fosas abiertas entre macizos continentales sólidos pueden
ser ocupadas por el agua o rellenadas por algún lento movimiento de
ascenso de la corteza terrestre (epirogénesis). Esto último parece haber
sucedido con la cuenca Centro Oriental llanera, especialmente las mesas
orientales, que rebajadas hoy por una larga erosión pueden, en un primer
vistazo, confundirse con llanuras aluviales.
La otra cuenca, la Occidental, parece haber seguido una evolución
diferente, lago o ciénaga que recibe materia aluvial de las alturas vecinas,
colmatándose luego por la naturaleza misma de esos procesos, pasando a
zona pantanosa y así hasta adquirir esa forma de llanuras que conocemos,
con suelos muy profundos. Llanuras aluviales cruzadas por ríos divagantes,
inciertos, y con ingentes problemas de drenajes.
18 Monasterios, Sarmiento y Silva. Ob.cit. parte II