carama. El pariente que me esperaba del otro lado al <strong>ver</strong> que yo no llegaba se trasladó hasta el fundo a <strong>ver</strong> que me había pasado. Mi papá le dijo, que yo había salido temprano en su caballo de silla. Se enrumbaron los dos <strong>para</strong> el caño <strong>para</strong> buscar señales del caballo y mías. Gritaron desde la orilla, yo oía desde lejos el eco. Pero decidí no responder, allí seguía en la carama de árboles que había arrastrado la corriente. De repente gritó mi pariente: "¡ Aquí esta el caballo abollado!, el muchacho debe estar cerca" . Sentí las voces <strong>más</strong> claras y los ladridos de los perros. Reconocí la voz del viejo cuando dijo: "El caballo me importa un carajo, lo que quiero conseguir es a mi muchacho" . Aquella vaina me jodió tanto, que me puse a llorar como un pendejo entre aquellas ramas. Los perros comenzaron a ladrar cerca de la carama y no tuve <strong>más</strong> remedio que gritar. El pariente se metió en la carama y me ayudó a salir por la barranca. El viejo me abrazó llorando, me dijo: "Ahora si se porque te dicen El Tortugo". Después de ese incidente la relación entre los dos fue otra, buscaron un maestro que me enseñaba los domingos. Presenté el examen de sexto grado y mi hermana me consiguió cupo en una escuela agronómica internado. La vaina iba muy bien en la escuela, conocía la mecánica de tractores al pelo, hasta el punto que el profesor me dejaba encargado de la cátedra. Pero en la casa de Cristo no puede faltar El Diablo, una noche venía saliendo del baño hacia los dormitorios totalmente desnudo agarrándome y sarandeándome las ta<strong>para</strong>s <strong>para</strong> secármelas, con la mala leche que esa noche había llegado una supervisora nacional y me agarraron en el pasillo desnudo. Me aplicaron la sanción capital, me botaron por nudista, ade<strong>más</strong> el bicho lo llevaba casi <strong>para</strong>do, no había excusa posible. Busqué a mi hermana que era mi santa protectora y me consiguió un trabajo como vendedor de m<strong>aqui</strong>naria agrícola. Me acomodé en aquella compañía ganaba bien. Llegué a ser un vendedor estrella de m<strong>aqui</strong>narias y vehículos rústicos. Me gané un viaje <strong>para</strong> España y pasé unos meses borracho con vino, visité los burdeles de la madre patria, aquellas musiüas con aquel sobaco peludo y una jedentina a gallina muerta, muy bonitas con aquellos ojos <strong>ver</strong>des, aquel pelote, con mucho salero, pero una jedentina tan arrecha que había que vol<strong>ver</strong>se una mierda de la borrachera <strong>para</strong> soportar aquellos sobacos. Pero aproveché el viaje, descubrí muchas formas de hacer turismo, de aprovechar el ambiente en función del turismo. Coño yo pensaba en tantas vainas que habían en el llano sin aprovechar: fauna, ríos, paisajes, gastronomía; que los europeos gozarían una bola de esa vida salvaje. Me vine con esas ideas y empecé a organizar tours por los ríos, pesca deportiva, rusticars, veladas de música llanera y casas especializadas en todo lo que tiene que <strong>ver</strong> con el llano: comida, videos, fotografías,
objetos pertenecientes a hombres <strong>ver</strong>gatarios como cantantes, jinetes, revolucionarios famosos. Allí fue que me enamoré del llano y me con<strong>ver</strong>tí en llanero.
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EDUARDO ALI RANGEL. Nació en Saban
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Es el arpa de un llanero de horizon
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GUILLERMO JIMENEZ LEAL. Nació en L