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xerófilos de tipo chaparral. Tenidas durante mucho tiempo por pobres y<br />
poco convenientes <strong>para</strong> la agricultura, estas tierras han devenido en<br />
bastante productivas en los últimos tiempos en virtud de la excelente<br />
estructura de sus suelos, sus buenas condiciones de drenaje y la rápida y<br />
favorable respuesta al uso de abonos químicos; así que actualmente<br />
sustentan las siembras de maíz y de sorgo con buenos resultados.<br />
El piso medio llanero estaría constituido por sabanas con alturas por<br />
encima de los cien metros pero que no alcancen los doscientos; esto luce<br />
algo arbitrario pero se ubican fácilmente entre los otros dos pisos. Tamayo<br />
señala que en Cojedes, Portuguesa, Barinas y el Alto Apure, estas son<br />
sabanas “de calidad muy alta”; pero en Anzoátegui, Guárico, Monagas y<br />
Bajo Apure el suelo es generalmente muy arenoso y puede hasta presentar<br />
cantos rodados. En los primeros, sabanas de buena calidad suelen alternar<br />
con selvas tropófilas, abundantes de árboles maderables, como cedro,<br />
caoba, mijao, s<strong>aqui</strong>s<strong>aqui</strong> y otros de alto valor comercial; lo cual ha<br />
conducido a una explotación voraz que amenaza con el exterminio de esas<br />
formaciones, quienes han venido siendo reemplazadas por rastrojos y<br />
bosques secundarios. En los segundos, los arenosos, la cubierta vegetal no<br />
difiere de la del piso superior. Avanzando desde el Guárico hasta la<br />
depresión del Unare se pasa de un bosque xerófilo, tipo chaparral a otro<br />
donde predominan los cujies y al cual Pittier llamó espinar llanero.<br />
Sin embargo, como ejemplo de que las cosas no son tan ordenadas<br />
como uno quisiera acudimos al testimonio de un viajero del siglo pasado.<br />
Por el lugar donde él ubica su narración debió ser un contraste entre los<br />
pisos medio y superior aquí definidos, pero la narración misma y la época,<br />
pleno <strong>ver</strong>ano, parecen indicar que se asomó a un paisaje del piso inferior.<br />
Veamos la descripción que hace Ramón Páez de dicha situación, vivida por<br />
él en diciembre de 1846:<br />
¨....Estábamos ahora sobre los bordes de la gran cuenca antigua de<br />
los Llanos, sobre uno de los remotos escollos o Mesas, cuyas sucesivas<br />
terrazas forman ahora las orillas de ese océano de yerbas que son las<br />
Sabanas: era la mesa de Paya; el asiento de uno de los hatos en nuestro<br />
programa de viaje.<br />
Después de tres horas de errar sin brújula por aquel monótono<br />
panorama, y guiados únicamente por señales y marcas que solo conocen los<br />
b<strong>aqui</strong>anos (sic), caímos sin esperarlo sobre el borde de la Mesa que domina<br />
una inmensa extensión de las sabanas bajas, trocándose así la escena como