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vestido de blanco con una maletica y donde estaba esperando el bus, estaba<br />

una mujer medio borracha, no cargaba pantaletas, el bicho se me comenzó<br />

a pará, la mujer me hizo señas mostrándome su manjar y yo me atoré, le<br />

pregunté que cuánto cobraba, convinimos veinte bolívares que era lo que<br />

cargaba, nos metimos <strong>para</strong> un montecito, la mujer se quitó sólo falda, le<br />

puse la maleta de almohada y me le encaramé, hice mi vaina y cuando me<br />

le baje tenía un sangrero, me llené de menstruo la ropa, me ensucié los<br />

pantalones y encima camine como diez kilómetros. Me quedó una vaina<br />

muy desagradable ese día ­.<br />

El Tortugo buscó el hilo del relato de su vida: ­ Después nos<br />

mudamos <strong>para</strong> esta ciudad donde estamos hoy, cerca de donde cobrábamos<br />

la pensión. Vivimos un tiempo arrimados donde una hermana que era<br />

maestra. Tenía cinco muchachos y ade<strong>más</strong> preñada, la vaina era muy jodía.<br />

Estabamos cerca de la pensión que nos dio mi papá, pero no alcanzaba <strong>para</strong><br />

un coño. Ahí fue que cogí la calle otra vez con mi cajón de limpiar zapatos,<br />

<strong>para</strong> <strong>ver</strong> si traía algo <strong>para</strong> la casa, <strong>para</strong> la comida. Comencé a rebuscarme,<br />

me con<strong>ver</strong>tí en un perro callejero, no iba <strong>para</strong> la casa, le llevaba plata a mi<br />

mamá y no había peo. Tenía ya como once años. Pasé mucha vaina, un día<br />

un musiú, me dió una patada en el culo, estaba en el restaraunt de La Pasta,<br />

velando por las sobras, cuando le dije que me diera la pasta que le había<br />

quedado, me dio una patada en el culo, hoy es dueño de una cadena de<br />

tiendas por departamentos y se la echa de filántropo. Pero así como me<br />

jodió un musiú, otro me daba ropa y zapatos y yo le limpiaba los<br />

alrededores del negocio por la mañana. Nos jodían mucho por nuestra<br />

condición de negros, de niño de la calle, eso genera una reacción<br />

coñoemadresca, sobre todos contra los musiús, que hay que joderlos, hay<br />

que morderlos cuando sea posible, nosotros le rallábamos los carros, les<br />

rompíamos las antenas, les tirábamos colillas prendidas de cigarrillos <strong>para</strong><br />

quemarles los asientos, nos miábamos de noche en las puertas de los<br />

negocios. Una <strong>ver</strong>dadera venganza social ­.<br />

Paramos la con<strong>ver</strong>sación porque llegó un vendedor de aguardiente, le<br />

ofreció aguardiente de coca de Calderas: ­ Este aguardiente –comenzó el<br />

hombre a comentar las propiedades de los productos ­ hace pará el animal<br />

en el primer sorbo. Aguardiente Extra, hecho en Colombia, las erecciones y<br />

la borrachera son tan berracas, que uno respeta ni a la familia de uno, el<br />

remedio es buscá hueco donde meter el animal. Y este último se llama Ron<br />

de Vinola, <strong>para</strong> aflojar a las mujeres, se ponen virriondas, las <strong>más</strong> duras se<br />

ponen aguaditas –El Tortugo le preguntó: ­ ¿ No tienes uno <strong>para</strong> poner los<br />

hombres maricos?­. Todos celebramos la ocurrencia. Finalmente hizo un

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