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de las <strong>más</strong> usuales <strong>para</strong> asegurar la comida, la caza. Esos grupos debieron<br />

ser suficientemente numerosos <strong>para</strong> difundirse luego por todo el territorio<br />

americano; pero no se descarta la posibilidad de que desde cualquiera de<br />

los otros continentes y navegando por uno u otro de los océanos llegaran<br />

hombres con otros aportes culturales en cualquier época remota. En todo<br />

caso la presencia humana en América parece remontarse a no menos de<br />

cuarenta o cincuenta mil años atrás.<br />

Imposible precisar la llegada de aquellos seres a estos territorios,<br />

pero los indicios <strong>más</strong> antiguos de que se dispone señalan presencia humana<br />

en la región de Jobo, en el estado Falcón, desde hace algo <strong>más</strong> de dieciséis<br />

mil años. Seguramente los altos niveles de humedad propiciaron la<br />

presencia de una vegetación exuberante, capaz de alimentar animales<br />

gigantescos, como el mastodonte que solía alcanzar hasta cinco toneladas<br />

de peso, rinocerontes, camélidos, caballos, gliptodontes (armadillos<br />

descomunales), gatos enormes, osos, megaterios (perezosos muy grandes),<br />

toxodontes, lobos, jaguares, lindes, conejos y mustélidos.<br />

El hombre venezolano aparentemente coexistió con los grandes<br />

mamíferos de finales del pleistoceno. Los megaterios y los mastodontes.<br />

No está muy claro. Se han encontrado puntas de flechas incrustadas en los<br />

esqueletos de esos animales pero en Falcón, la zona de los hallazgos, hay<br />

muchas fuentes subterráneas y muchos movimientos de tierra. Hay dudas.<br />

En esas puntas de flechas, hechas en piedra y muy bellamente trabajadas<br />

empieza nuestra historia. Quince mil años antes de Cristo. Cinco mil años<br />

después del hombre venezolano habita cerca de los ríos y de los mares.<br />

Pasarán mil años <strong>más</strong> <strong>para</strong> que nuestros antepasados empiecen a<br />

experimentar con la agricultura y con la cerámica. A partir de este último<br />

período se diferencian los grupos. Ser sitio de paso ha sido nuestra señal<br />

desde épocas prehispánicas. 19<br />

Si la historia es la huella de los hombres en la geografía, es claro que<br />

ella comienza con aquellos cazadores, y esas puntas de flecha tan<br />

bellamente trabajadas en piedra son la primera señal irrebatible de una<br />

cultura en nuestros territorios. Y pese a la errancia de muchos de los grupos<br />

que hollaron estas tierras. También los hubo que se afirmaron sobre ella de<br />

tal manera que aún es posible percibir vestigios de su presencia. Referirnos<br />

19 Sujo, Jeaninne. “Ser un sitio de paso ha sido nuestra señal”. Entrevista realizada por Ramón<br />

Hernández y publicada en El Uni<strong>ver</strong>sal del 31 de agosto de 1987.

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