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Después nos mudamos <strong>para</strong> Las Uniones, vivíamos arrimados con un tío,<br />

hacíamos chorizos de cochino. Yo acompañaba a mi mamá a buscar las<br />

tripas de los cochinos donde un jodío que se llamaba Santa El Cochinero.<br />

Yo y que le decía a mi mamá cuando estaba chiquito: "algún día te voy a<br />

comprar una casa y te voy a dar lo que necesites <strong>para</strong> que no estés en este<br />

peo, parándote a las tres de la mañana a recoger la sangre y las tripas de los<br />

cochinos".Eso me lo recordó el día que le compré la casa. Elaborábamos<br />

las tripas y yo salía a venderlas. Me inscribieron en la escuela, pero ¿cómo<br />

coño iba a hacer?, tenía que vender las tripas en el día, iba a la escuela de<br />

vez en cuando, a los diez años estaba en segundo grado, presenté los<br />

exámenes y salí tan raspao en esa mierda que me devolvieron <strong>para</strong> primer<br />

grado­.<br />

Llegaron unos clientes, por su vestimenta venían de la sabana,<br />

sombrero, cuchillo en la cintura y hablar <strong>ver</strong>seado: ­ Camarita ­le dijo uno<br />

de los llaneros sírvame un caldo de curitos de esos que usté tiene pa´ pará<br />

el machete­. El sugundo dice: ­ A mí me sirve arroz con cabeza de caribe,<br />

que dicen que es mejor que el curito­. ­No se caigan a pasiones ­dijo el<br />

tercero­ que lo único bueno pa´ pará el machete es una bicha pelúa­. Todos<br />

nos reimos del pragmático comentario del llanero­ mientras <strong>más</strong> pelúa<br />

mejor, a uno se le va el mundo buscando el camino entre ese pelero, a mí<br />

me pasó con una jodía, tenía esa bicha como una rosa de montaña, y yo<br />

búsquele y búsquele la capadura, hasta que le dije, vaya a miá y me deja el<br />

rastro­. El Galápago sentía que los llaneros le estaban saboteando la<br />

propaganda de su menú afrodisíaco: ­ Sí a ustedes no se les <strong>para</strong> el machete<br />

eso no es culpa mía, prueben la vaina y mañana hablamos­ les comentó<br />

mientras les servía la comida.<br />

­ Ellos son así ­ comentó El Tortugo­ deben tener días solos en la<br />

sabana, sacándose las ganas con las yeguas o las burras, muchas veces<br />

duran días sin hablar con nadie en esas inmensidades y cuando vienen <strong>para</strong><br />

el pueblo se destapan, pasan tres días borrachos, solos o con mujeres,<br />

jugando gallos, barajas, batea, gastan toda la plata y después regresan a sus<br />

coñales, una vida muy arrecha, sus cuentos son pura burla, relatos sobre<br />

vainas de sexo insólitas con animales: con caimanas, gatas, mantarayas,<br />

hasta culebras cuentan que se han pegao, siempre son pura jodedera, o<br />

fanfarronería, por que ellos son hombres de hazañas. Yo viví toda esa<br />

vaina, aunque nunca me llamó la atención soplame una burra o una yegua.<br />

Cuando me soplé a la primera mujer ya estaba hombre, recuerdo que<br />

estudiaba en la escuela granja, me habían dado la plata <strong>para</strong> pagar el<br />

transporte hasta la escuela que quedaba retirada, me acuerdo que andaba

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