Haga Clic Aqui para abrir este Documento - Programa de Semiótica

Al mismo tiempo, la historicidad de los lenguajes se muestra como una de sus
facultades constitutivas: una lengua se desarrolla a lo largo del tiempo, sufre cambios y
trastornos, compele con otras lenguas, y tolera intervenciones desde el campo de las
decisiones y los modelajes políticos. La/s lengua/s de una sociedad o una nación se
muestran como un campo propicio de relaciones de poder y resistencia, trasuntando los
modelos sociales e ideológicos que los Estados proyectan sobre las comunidades
implicadas en sus políticas. Simultáneamente, los modelos de intervención sobre las
lenguas (que son evidenciados, entre otros campos, en los diversos planos de los
sistemas educativos) sufren alteraciones, íntimamente relacionadas con los diferentes
tipos de sociedad, y las estrategias de control que los estados poseen a lo largo de la
historia. Si el modelo preponderante de Estado-Nación que exigía, hacia finales del
siglo XIX y durante gran parte del siglo XX, una intervención sobre la lengua en el
plano educativo y cotidiano, se ajustaba al esquema de lo que Foucault denominó
“sociedades disciplinarias”, cuyo substrato ideológico era el Positivismo Científico y el
Capitalismo industrial; las nuevas estrategias de intervención política sobre las lenguas
sintetizan el perfil ideológico (propio del Capitalismo financiero) de las “sociedades de
control” anunciadas por Foucault y reseñadas por Deleuze.
El modus operandi descripto para las Sociedades Disciplinarias es conocido:
organización de los espacios de encierro (prisión, hospital, fábrica, escuela, familia),
panopsis “infinita”, y un control omnímodo sobre los cuerpos de los sujetos, lo que
significó la apertura de una biopolítica que permitiera disciplinar a los individuos, a sus
cuerpos y sus mentes, en favor de un desempeño eficaz en todos los órdenes sociales:
Una “anatomía política”, que es igualmente una “mecánica del poder”, está naciendo
(escribe Foucault en su célebre Vigilar y Castigar); define cómo se puede hacer presa
en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino
para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se
determine. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos
“dóciles”. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de
utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia).
(Foucault: 2002).
La complementariedad entre lo mecánico y lo biológico, la prolongación de la
máquina en el cuerpo y del cuerpo en la máquina (esto es, del lenguaje maquínico en el
lenguaje corporal) genera un nuevo sujeto “dócil” y, por lo tanto, “útil” y “eficaz” en el
orden de lo político y lo económico. La eficacia política es el producto de una
disminución; la eficacia económica, el resultado de una sobreabundancia. La lengua
juega un papel fundamental en este tipo de sociedades pero, a la vez, se muestra como