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constante. El control instala una nueva lógica conectada con lo caótico y lo diverso. Se
controla lo múltiple y lo cambiante bajo el ahora (solapado) lema de orden y progreso:
Los diferentes internados o espacios de encierro por los cuales pasa el individuo son
variables independientes: se supone que uno empieza desde cero cada vez, y el lenguaje
común de todos esos lugares existe, pero es analógico. Mientras que los diferentes
aparatos de control son variaciones inseparables, que forman un sistema de geometría
variable cuyo lenguaje es numérico (lo cual no necesariamente significa binario). Los
encierros son moldes, pero los controles son modulaciones, como un molde
autodeformante que cambiaría continuamente, de un momento a otro, o como un tamiz
cuya malla cambiaría de un punto al otro. (Deleuze: 2)
La larga cita de Deleuze dilucida el modo lógico de operación de las “sociedades de
control”. Si la disciplina “procedía” (un término usual en el campo de los controles
policiales) mediante un lenguaje homogéneo y transversal que a la vez preservaba,
según los distintos lugares de encierro, una serie de particularidades propias del espacio
disciplinar, los aparatos de control son “variaciones inseparables” que priorizan un
lenguaje estrictamente numérico. El viejo módulo de encierro, que moldeaba a los
individuos con toda su potencia panóptica, se licua en una serie de modulaciones
estratégicas de cambio continuo. El esquema empresarial reemplaza al fabril. El alma
(representado por la empresa) reemplaza al cuerpo (fabril).
En las sociedades de control lo efímero rige las prácticas de los sujetos.
Simultáneamente, el lenguaje cifrado de los números marca el acceso o la denegación a
la información, anulando la polaridad masa-individuo (propia de las sociedades
disciplinarias) para favorecer la conversión de la masa en muestra, datos, o mercados
posibles: “el hombre de las disciplinas (escribe Deleuze) era un productor continuo de
energía, pero el hombre de control es más bien ondulatorio, en órbita sobre un haz
continuo. Por todas partes, el surf ha reemplazado a los viejos deportes”.
Las sociedades del control representan una nueva mutación del capitalismo cuya
maquinaria predilecta es de tipo informática, y cuya lógica superproductiva supera a la
simple producción de las sociedades disciplinares. Un capitalismo en el cual el valor
central lo adquieren el producto, la venta de servicios y el mercado financiero: un
capitalismo esencialmente dispersivo en el cual el control se ejerce a corto plazo, de
manera rápida, continua e ilimitada, y en el que los cuerpos ya no están encerrados, sino
endeudados. El lenguaje y el sistema de intercambios empresarial invaden las distintas
esferas de la praxis humana, incluso la educativa. Lo empresarial introduce una
“rivalidad inexplicable como sana emulación” para oponer a los sujetos entre sí. El