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en los casos en que la expresión denota mandato. 30 Estas reflexiones se sostienen
entonces en un lenguaje que genera discurso y constituyen conceptualizaciones que nos
conducen a la categoría de enunciado bajtiniano y a la idea de género como formatos
más o menos estables que se aprenden en una esfera como se aprenden los hábitos y las
costumbres. Así como Wittgenstein juega con el enunciado “losa” y sus sentidos según
se use en una u otra esfera y en una u otra situación, podemos suponer situaciones
escolares de uso de géneros discursivos primarios propios de la oralidad en las variadas
formas dialectales para sostener estrategias de iniciación al código escrito.
¿Cómo hacemos o logramos que el otro piense y actúe de forma diferente de lo que
aparentemente dice nuestra oración? ¿Cómo hacemos para que al oído de una misma
expresión pueda entender ora una cosa y ora otro sentido? Solamente en contexto, en
uso, y con el plus de sentido que le dan a la emisión de las palabras las “sutilezas de la
mirada, el gesto, el tono de voz” (§ 21); aspectos del lenguaje fático que adquieren
relieve significativo en las constelaciones de umbrales semióticos.
Ya que “imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida” (§ 18), puede uno
imaginarse diferentes tipos de lenguaje. La multiplicidad de lenguajes hace que haya
palabras que nazcan, envejezcan, se olviden. Podemos entonces asociar estos juegos con
las luchas de poder de las actividades sociales. Aprender el lenguaje será, por tanto
aprender los juegos que esa cultura legitima.
¿Qué lenguajes y que reglas de juego se privilegian, se legitiman, perduran, se olvidan,
se solapan? ¿Cómo juegan las instituciones en general y las educativas en particular en
estas disipaciones y conservaciones?
Las actividades que forman parte de los juegos de lenguaje las podemos asociar con la
vida cotidiana y los aprendizajes de la lengua materna a partir de todas las diferentes
funciones que realizamos en nuestras interacciones –describir, ordenar, relatar, etc.-.
También “mentir es un juego del lenguaje que requiere ser aprendido como cualquier
otro” (§247).
Wittgenstein diferencia este uso del lenguaje corriente, el de las formas primitivas, el de
nuestra historia natural de un lenguaje ideal (de proposiciones lógicas), relativizando la
búsqueda de una estructura lógica y de modelos o formas generales exclusivos del
lenguaje filosófico incluyéndose a sí mismo en la crítica como autor del Tractatus. En
30 Podemos acercar estas reflexiones al concepto de Bajtin (1982) acerca de la diferencia entre oración
(como unidad de la Lengua) y enunciado (como unidad de la cadena discursiva)