Psicoanálisis y religión
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ERICH FROMM<br />
mueve. Cuando subimos, incluso a una pequeña<br />
colina, el horizonte se ensancha, pero aun sigue<br />
siendo una limitación, y nunca una cosa que se<br />
puede asir. La idea de que Dios no puede ser definido,<br />
se expresa claramente en la historia bíblica<br />
de la revelación de Dios a Moisés. Moisés, encargado<br />
de la tarea de hablar a los hijos de Israel, y<br />
de conducirles de la esclavitud a la libertad, pero<br />
conocedor, sin embargo, del espíritu de servidumbre<br />
e idolatría en que vivían, dijo a Dios: "Y bien, yo<br />
iré a los hijos de Israel y les diré: el Dios de vuestros<br />
padres me ha enviado a vosotros. Pero si me<br />
preguntaren: ¿cuál es su nombre? ¿Qué les diré?"<br />
Respondió Dios a Moisés: "YO SOY EL QUE<br />
SOY. He aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de<br />
Israel: EL QUE ES me ha enviado a vosotros" ^<br />
El significado de estas palabras se aclara si prestamos<br />
mayor atención al texto hebreo: "Yo soy el<br />
que soy" (ehje asher ehje) sería, traducido más<br />
correctamente en el tiempo usado en el original,<br />
"Yo soy el que estoy siendo". Moisés le pide a Dios<br />
un nombre, porque un nombre es algo que se puede<br />
captar y adorar. Dios, durante todo el Éxodo, ha<br />
hecho amorosas concesiones al estado de espíritu<br />
idólatra de los hijos de Israel, y por lo tanto hace<br />
la concesión de decir su nombre a Moisés. Pero hay<br />
una profunda ironía en ese nombre. Expresa el proceso<br />
de ser como algo más que lo finito que pudiera<br />
5. Éxodo, 3:13-14.<br />
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