familias transnacionales colombianas - Observatorio de Migraciones

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FAMILIAS TRANSNACIONALES COLOMBIANAS:
NIVEL DE ACULTURACIÓN Y VIDA FAMILIAR VISTAS DESDE LAS DOS ORILLAS.
es anciana, el hijo le devuelve el afecto y la seguridad económica que él tuvo
cuando niño.
La esposa casada por la ley, cuenta con normas legales favorables a
su posición, pero sin vigencia, porque el ambiente socio- cultural es tan poderoso
que se volvería en contra de ella y de sus intereses, en deterioro de su “status”, al
intentar siquiera una acción judicial. En consecuencia, la mujer casada de clase alta
termina apelando a los procedimientos propios de su medio, tales como la magia,
la disputa o la indiferencia. Acepta, pues, públicamente la existencia de otras
relaciones extramatrimoniales de su esposo, lo mismo que de hijastros ilegítimos.
De igual manera, las relaciones de los hijos ilegítimos con los medio-hermanos
legítimos, son por lo general, buenas. Esta pauta de comportamiento fuertemente
criticada por comunidades que no forman parte de esta zona ha permitido nivelar
estratos sociales y grupos étnicos diferentes.
En la actualidad, debido a la incidencia del desarrollo urbano y de la
iglesia católica en estas zonas, se han gestado cambios en las diferentes
formas de concubinato. En consecuencia, en la clase alta en la que el hombre
convivía con su esposa y con otras mujeres, se observa que al deshacerse la unión
legítima, el hombre establece una unión monogámica de hecho con otra mujer, y así
sucesivamente si es el caso, mientras la primera mujer permanece sola con la
crianza y el sostenimiento de sus hijos; es la monogamia sucesiva. Entre la
gente de nivel socio-económico bajo, tanto hombres como mujeres al
romper la unión local conforman sucesivas relaciones. La mujer de ésta zona
que llega al matrimonio entra a formar parte de una situación muy honrosa pero sin
retribución; se conoce un dicho regional que dice: “se ha casado ella sola”, para
dar a entender el cúmulo de responsabilidades y obligaciones que adquiere.
Además en las clases populares la mujer queda muy desamparada
económicamente con la deserción del hombre, y la imagen de la figura paterna
sobre los hijos sufre gran mengua.
d) Complejo Cultural Antioqueño o de la Montaña
Comprende los departamentos de Antioquia, Caldas y Risaralda; también
incluye sectores del Valle, del Tolima y territorios orientales del chocó. Su clima pasa
de templado a frío. Su “hábitat “se asienta en un suelo montañoso. En sentido
general esta zona ha sido considerada la de mayor desarrollo económico en el país.
Son sus principales actividades la agricultura, la ganadería, la industria y el
comercio. En cuanto a la industria se observa que después de Cundinamarca, es la
zona de más desarrollo en el país. Los Antioqueños se encuentran por tradición
muy vinculados al comercio.
La institución religiosa alcanza en este complejo la máxima influencia sobre
la estructura familiar, la conducta individual y la sociedad en general. Ha estado al
servicio de la actividad económica de la población, y paralelamente es la reguladora
de su moral. De ahí que ésta región proporcione el mayor número de parroquias;
igualmente el número de vocaciones sacerdotales y de monjas supera al de
cualquier otra zona. La religión en este complejo cultural constituye un
poderoso indicador de identidad, quizás el más dominante, y un instrumento
de control de la conducta individual. Los habitantes de ésta zona presentan un
profundo sentimiento de solidaridad con los integrantes de los diferentes estratos
socio-económicos, debido al estímulo religioso que influye en el cumplimiento de la
justicia social.
En lo referente a la familia, uno de los tributos de mayor importancia
que se puede hacer a Dios, es el procrear hijos y vivir en armonía familiar.
Esto también tiene, por supuesto, retribución económica como premio celestial. La
religión es, pues, en la zona montañosa, un estímulo para lograr el éxito; significa
Esperanza y dinamismo. Es bien diferente a la concepción que tiene el hombre de
la región Andina, para quién la doctrina de la fe significa entrega y renuncia total de
individuo, que no se siente capaz de luchar y espera que Dios le haga el milagro;
deja que sus hijos mueran de desnutrición, porque Dios los está probando; acepta
con resignación la pérdida de sus cosechas, sin utilizar abonos o fumigantes,
porque “era el destino escogido por Dios”. El antioqueño, en cambio, pide a la
providencia que le brinde una oportunidad para luchar; es combativo en el logro de
su bienestar familiar. De esta manera, la religión, la familia y la riqueza constituyen
un triángulo vital de mutuos estímulos y logros.
Al mismo tiempo que la religión y la familia son las instituciones más
poderosas en el complejo cultural Antioqueño, la prostitución está
ampliamente extendida y bien organizadao, a excepción de Bogotá y Cali,
ningún otro lugar presenta una organización semejante del comercio sexual.
Es interesante observar en los pueblitos Antioqueños la presencia simultánea de la
capilla, la plaza de mercado, las zonas residenciales para las familias y el barrio de
tolerancia.
En los Antioqueños se observa una doble moral respecto al
comportamiento de los sexos. El hombre de esta cultura no puede separar
la presencia de las dos imágenes femeninas antagónicas conformadas bien
sea por la esposa, por la madre, por la hija, por la pariente religiosa y por la
prostituta. Para entender cómo funciona esta doble moral, es necesario analizar la
adolescencia del varón en ésta zona. La cultura Antioqueña no aprueba la castidad
del hombre soltero, lo estimula precozmente a la vida sexual; por su parte, la religión
católica inhibe su expresión fuera del matrimonio y no le permite el amor sexual libre
como otra alternativa. En consecuencia esta situación conduce a los
individuos al matrimonio en edades muy tempranas. Sin embargo, como el
hombre es el responsable de la economía familiar, no siempre puede darse esta
alternativa, y es entonces cuando aparece la prostitución como única solución. Otra
vía de escape que ha adoptado el adolescente de esta región cultural es la relación
homosexual.
Por una parte, el hombre Antioqueño se ve en la disyuntiva de aparecer
como un esposo ejemplar, que procrea hijos ilimitadamente, pero también
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