familias transnacionales colombianas - Observatorio de Migraciones

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FAMILIAS TRANSNACIONALES COLOMBIANAS:
NIVEL DE ACULTURACIÓN Y VIDA FAMILIAR VISTAS DESDE LAS DOS ORILLAS.
En primer lugar, puede ser de interés la distinción de Guarnizo (1997) entre
transnacionalismo “desde arriba”, cuando se refiere a la actuación de las
instituciones –corporaciones multinacionales o Estados – y transnacionalismo
“desde abajo”, que comprende actividades por iniciativa popular de los
inmigrantes y sus contrapartes en el país de origen. Nuestro foco se dirige
preferentemente al transnacionalismo “desde abajo”, aunque no puede desligarse
del transnacionalismo “desde arriba”, ya que el sujeto migrante interactúa con los
contextos que le rodean, inmediatos y más alejados, generándose una corriente de
influencias mutuas.
En segundo lugar, coincidiendo con Falicov (2007), estamos
especialmente interesados en conocer el tipo de lazos familiares que se
mantienen en las familias transnacionales cuyos miembros viven en
diferentes ecologías, establecen nuevas relaciones de iguales, frecuentan lugares
de trabajo distintos, se incardinan en otro sistema político, y en muchos casos, se
comunican en otra lengua. Esta investigadora nos recuerda que una de las
características de las familias en general, es la redundancia de las interacciones y
las prácticas ritualizadas de la vida cotidiana, que proporcionan el material
constitutivo de los lazos emocionales, planteando la duda de si ese tipo de lazos se
mantienen entre fronteras, de qué clase son y cómo evolucionan. Matiza esta duda
a través de los siguientes interrogantes: ¿son lazos que se sustentan subjetivamente
con el recuerdo y la imaginación, y que se mantienen vivos por medio de contactos
ocasionales y superficiales? ¿Puede hablarse de una familia psicológica, o mejor
aún, de una familia virtual dentro de un mundo global? ¿Hasta qué punto y de qué
formas pueden las nuevas tecnologías de la comunicación a distancia ayudar a
nutrir esos vínculos?. Vamos a intentar ir respondiendo a algunos de esos
interrogantes.
Por último, es importante puntualizar que no todos los migrantes desarrollan
prácticas transnacionales y que muchos lo hacen sólo en una esfera determinada
de sus vidas (Faist, 2000).
Las definiciones de “familia transnacional” que aparecen en la
literatura sobre migraciones coinciden en resaltar la existencia de al menos
dos núcleos familiares, uno formado por las personas de la familia que se quedan
en el país de origen y otro formado por la persona o personas que emigran al país
de acogida, interconectados a menudo por intercambios de tipo económico y
necesariamente por intercambios de naturaleza emocional. Es decir, que lo más
característico de la familia transnacional es que la separación física del núcleo
familiar no significa necesariamente la ruptura de las relaciones de dependencia
afectiva.
Así, Bryceson y Vuorela (2002), definen la familia transnacional como
aquella cuyos miembros viven parte del tiempo separados y sin embargo son
capaces de mantener vínculos que permiten que todos se sientan parte de
una unidad y perciban su bienestar desde una dimensión colectiva, a pesar de
la distancia física. Ojeda (2005) las define como familias que de alguna forma están
simultáneamente presentes en dos países, el de origen y el de destino, y cuyos
miembros mantienen comunicación continua. Familias formadas por personas
relacionadas por lazos de sangre, de adopción, afectivos, conyugales y de
compadrazgo, que mantienen vínculos entre sus miembros a través del envío y la
recepción de remesas, del intercambio de mercancías para el consumo familiar y/o
su comercialización en el otro país y del intercambio de ideas y de valores sociales
y culturales que van a influir en la construcción social de las identidades personal y
cultural de las personas involucradas.
Si, como acaba de expresarse, la familia transnacional es una unidad que
concibe y gestiona su bienestar desde una dimensión colectiva y con una
interiorización de los vínculos entre sus miembros, no todas las familias separadas
geográficamente constituirán familias transnacionales de manera inevitable o se
mantendrán como tales a lo largo del tiempo.
El hogar transnacional salta la barrera del hogar como lugar de
residencia común y teje una red de relaciones sociales cambiantes, con un
sistema recíproco de obligaciones mutuas, cuyo objetivo fundamental es la
supervivencia de los miembros de una familia escindida en dos orillas.
Aunque uno de los elementos que estructura las interrelaciones entre los dos
núcleos familiares separados geográficamente suele ser el flujo económico,
representado principalmente por las remesas, otro más olvidado, pero fundamental,
es la interdependencia emocional y la gestión del cuidado como estrategia colectiva
para afrontar todo el proceso. La vida social de los migrantes no transcurre
únicamente en el país de acogida; muy al contrario éstos constituyen redes sociales
que sobrepasan las fronteras nacionales. Las familias transnacionales presentan
dinámicas de negociación, reconfiguración y adaptación constante en el tiempo y
el espacio. Los hogares transnacionales se caracterizan por mantener algunas
funciones originales y modificar otras, mediante decisiones que muchas veces son
tomadas desde la distancia y que pueden estar sujetas a gran movilidad, cambio o
inestabilidad. El análisis de los vínculos afectivos y de cuidado en la familia, pone de
manifiesto cómo los procesos migratorios redefinen –no anulan ni disuelven– las
relaciones familiares (Parella, 2007).
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