familias transnacionales colombianas - Observatorio de Migraciones

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FAMILIAS TRANSNACIONALES COLOMBIANAS:
NIVEL DE ACULTURACIÓN Y VIDA FAMILIAR VISTAS DESDE LAS DOS ORILLAS.
sigue cumpliendo con una asidua asistencia al prostíbulo, que la cultura no
rechaza. La meta ideal para la comunidad es el matrimonio católico. Es importante
aclarar que no necesariamente todo Antioqueño casado frecuenta el prostíbulo,
pero sí es la tendencia cultural de la zona. Incluso las autoridades eclesiásticas y
civiles reconocen como un peligro menor la existencia de la prostitución, en lugar
de las uniones de hecho, que engendran descendencia ilegítima y crean conflictos
al deteriorar los matrimonios católicos. Es el sacrificio de una parte de la comunidad
en favor de otra, ajustada a las normas de la cultura.
En lo que atañe a la mujer, la religión influye decisivamente en su moral, la
virginidad prematrimonial como tributo al varón es la garantía de su integridad. Es
de tal magnitud esta condición, que aquellas mujeres que han tenido
relaciones antes del matrimonio, pierden toda opción de llegar a él, y son
calificadas por la opinión como” mujeres malas”. En consecuencia, gran
cantidad de mujeres, consideradas como infractoras de esa moral impuesta por la
cultura, al no tener derecho a la alternativa matrimonial quedan marcadas, y así
empiezan la vida del prostíbulo. También es importante anotar que la meretriz vive
de esta actividad productiva con una remuneración adecuada. Además, hay un
gran número de mujeres analfabetas. Sobre estas bases de tipo económico,
operan las de tipo religioso que, si bien tienen un gran poder para frenar la
sexualidad de la mujer, no la ayudan cuando la consideran infractora. Por el
contrario, el sentimiento de culpa que la invade, unido a la agresión que siente
contra la sociedad por no ayudarla en su problema, la empujan a la prostitución. La
esposa está para procrear y educar la descendencia, y la prostituta para
satisfacer los placeres del sexo; pero lo que es peor aún dentro de la cultura
de la montaña, es el embarazo de la mujer soltera, y la infidelidad de la mujer
casada, las que son castigadas con el aislamiento o la salida forzosa del hogar.
Un embarazo ilegítimo es un estigma tal, que margina a la madre y a su familia.
Al analizar la personalidad del hombre de éste complejo, se observa como
rasgo característico su gran combatividad para afrontar la conquista del medio.
Su dinamismo se proyecta también en la tenencia de la tierra, la cual cambia, cede,
o transforma, si esto le reporta mayor productividad. Pero sin lugar a dudas, la
actividad que da la imagen básica de esta zona, es el comercio. Desde tiempo atrás,
en Antioquia residían aborígenes que intercambiaban sus productos dentro y fuera
de la región. Ya en esa época el comercio era toda una tradición nativa. Igualmente,
los habitantes de ésta zona han ocupado un lugar destacado en el país respecto a
la actividad industrial. De cualquier forma el factor más sobresaliente del hombre de
la montaña es su capacidad para producir dinero, ya que su “status” en general,
depende del nivel patrimonial. El intelectual, el científico puro, el profesional pobre,
no tienen buena acogida en este medio.
Con el objeto de comprender cómo el Antioqueño y su sociedad han
asimilado como valor primordial el poder de lo económico, es preciso entender
que desde muy niño, en una familia numerosa y con muchas necesidades, aprende
y es estimulado a buscar formas de ganarse la vida. Durante éste proceso, el
infante desarrolla una técnica ingeniosa para obtener y ampliar la riqueza. El
Antioqueño trabaja y produce para su núcleo familiar, en cambio, para él carece de
sentido hacer ostentación social de prestigio, rasgo muy común por el contrario en
los hombres de los otros complejos.
Otro aspecto importante en la estructura del grupo familiar de este complejo
cultural, es el papel de la mujer como transmisora de la categoría social. Es bien
diferente al complejo Santandereano, donde es el padre el que transmite el rango.
La mujer, cuando se casa, sigue dependiendo de su familia de origen,
en cambio los varones, al contraer matrimonio se desprenden de su casa
paterna y van integrándose a la familia de su mujer como si fuera un miembro
consanguíneo más. En consecuencia, la madre en la familia de origen del varón va
perdiendo poder sobre su hijo y por regla general surgen rencillas entre nuera y
suegra, algo muy frecuente en este medio. De todas formas el hijo, aunque en menor
grado, es influido por su madre. De allí que las madres Antioqueñas comentan que
cuando es la hija quien se casa, se gana un hijo, mientras que si es el hijo el que se
casa, pierde un hijo.
Tanto en la familia extensa como en el núcleo familiar primario, quien ejerce
la autoridad es la madre, es decir, las decisiones y las responsabilidades
respecto a la administración familiar son de su competencia. Quien domina en la
actividad productiva laboral, es el padre. En consecuencia, en la primera etapa de
formación de los hijos, aproximadamente hasta los quince años, quien tiene poder es
la madre y luego, le corresponde al padre. En la segunda etapa que comprende hasta
los veinticuatro años, la madre, conjuntamente con la hija mayor, ocupa el puesto
central en el hogar. Le siguen en jerarquía las demás hermanas y luego el hijo varón.
La actitud que adopta la madre con su descendencia es dual: es severa
respecto al comportamiento con las mujeres, y complaciente con los
varones, especialmente con el menor. Cualquiera que sea el nivel social del
hogar, toda decisión de tipo económico es tomada de común acuerdo por la pareja
parental, posición poco frecuente en los otros complejos culturales. La madre es
una figura de mucha importancia para la familia, y se piensa que es
fundamental para mantener a sus miembros unidos. Cuando la madre muere,
los sentimientos de pesar expresados por la comunidad tienen una mayor
intensidad y en general, muerta la madre, la familia se dispersa. Al contrario, con el
deceso del padre, la madre es capaz de reparar la pérdida, objetivo que él no logra,
y se enfrenta luego a la tarea de seguir educando a sus hijos.
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