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Descargar - Viento Sur

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años, sin lograr forzar la convicción de la comisión de sabios que nombrará la reina,y que preside su confesor, el obispo Talavera. Esta comisión decide que lo que diceColón es imposible. ¿Sobre qué base? No se sabe. Probablemente también Tolomeo,es decir: no una concepción correcta de la estructura del mundo, sino un error, soloque diferente del marino. Además, cuando se tome la decisión del viaje, en abril de1492, Talavera soltará el fondo de su pensamiento, es decir, que es sacrilego quererfranquear los límites fijados por Dios para el habitat de los hombres.Pero Colón ha sabido convencer a gran número de personajes importantes: no sóloa los monjes de la Rábida y los duques de Medina Sidonia y de Medinaceli, sino aLuis de Santángel, especie de ministro de Estado de Aragón y tesorero de la SantaHermandad, policía política y fiscal, y a religiosos como el preceptor del príncipeheredero, el dominicano Diego de Deza. De todas formas, mientras los soberanos deldoble reino de Castilla y de Aragón no acaben con la reconquista de Granada, elproyecto de Colón es la más pequeña de sus preocupaciones. Pero una vez caído elúltimo reino musulmán de la península, se les plantea la preocupación de abrir a sunueva potencia las vías del gran negocio asiático. Ahora bien, Isabel y Fernando hanconcedido a Portugal el monopolio de la navegación de las costas oesteafricanas, esdecir, de hecho, la imposibilidad para ellos de alcanzar Asia por este camino. A partirde ahí, el proyecto de Colón cobra interés. Si el "camino corto" de la travesía delocéano es realizable, permite adelantar a los portugueses.Se ha dicho y repetido que Colón había comprometido su oferta por el carácterquimérico de sus objetivos. Pero si hablamos de Marco Polo, es él quien tenía razónal tomarlo en serio.¿Habló de alcanzar el paraíso terrestre? Pese a algunas opiniones, Colón era demasiadoastuto para cometer tal imprudencia. Y la prueba de ello está en la orientaciónde su primer viaje, derecho hacia la latitud supuesta del Japón, con una carta en elbolsillo para el Gran Kan, soberano mongol de China dos siglos antes, país al quevolverá la espalda cada vez que crea haber alcanzado sus límites. Por el contrario,habrá evocado las tierras del oro, es decir, las ecuatoriales en las que la alquimia creeque el sol opera la transmutación metálica. Pero lo cierto es que en este punto delOriente es también donde la geografía medieval -hasta fines del siglo XV- sitúa elparaíso terrestre. Alcanzar uno, es alcanzar el otro.La vía corta del oro y de las especies es un buen argumento de venta. Más allá delos privilegios exigidos, sólo el riesgo de la inversión constituye aún un problema.Parece que Colón lo arregla finalmente con un farol: «Ya he estado allí» (que apareceen el preámbulo de las Capitulaciones de Santa Fe).Coherencia del proyecto. Coherencia del hombreCasi todos los autores que han escrito y escriben sobre Colón han insistido sobre suscontradicciones. Pero, ¿acaso existe algún individuo que no se caracterice por la conciliaciónde sus contradicciones? Plantearlo como particularidad es confesar la incomprensiónde su dialéctica, en este caso la incomprensión de la estructura mentalde un hombre de un período que podríamos definir como de transición de civilización;lo que Madariaga ha tachado magistralmente de «anacronismo psicológico».VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992 99

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