ente a la de los canales electorales y procura marginar a quien lo cuestiona.La reacción desde los movimientosLos nuevos movimientos sociales en el Estado español surgieron de un modo y en unmomento diferentes a los del resto de los países occidentales, debido a la existenciade la dictadura, el tardío acceso al Estado del bienestar y al peso y centralidad delconflicto social entre las clases. La rapidez en el proceso de crecimiento económico ytransformación social explica que coexistan en los movimientos, en las organizacionessociales y en los individuos valores con nudos de conflicto materialistas yposmaterialistas /6. Ello refleja, tal como afirma Murillo, que la sociedad españolaestá pasando «de la fase pre a la postindustrial sin haber agotado, ni aún medio vivido,la etapa industrial». Pero, sobre todo, los movimientos sociales nuevos y tradicionalesdel Estado español de los años setenta se diferencian de los del resto de paísesoccidentales en que no han hecho todavía la experiencia de los límites de la democraciarepresentativa en la que han depositado grandes ilusiones.En el año 1982, la diferencia es otra: el conjunto de los movimientos sociales no hahecho la experiencia de la socialdemocracia en el poder.Tras el desconcierto inicial posterior a los primeros pasos del PSOE en el Gobierno,los nuevos movimientos sociales comenzaron, de modo y con ritmos desiguales,a reorientar su presencia social. Simultáneamente a la "modernización" propuestapor el PSOE se produjo una "actualización" de las ideas y las metas de las organizacionesde los nuevos movimientos. Más claramente que en el periodo anterior a octubredel 82, los movimientos sociales aparecen como defensores de nuevos valores yderechos y como críticos de un modelo de crecimiento y de un modelo de sociedad.La popularización y reivindicación de lo que se ha llamado "tercera generación dederechos y libertades" corre a cargo de unos movimientos sociales que no sólo hanperdido la inocencia, sino que tienen que nadar a contracorriente en plena era Reagan-Wojtila. Quizás ello explique su configuración como movimientos "reactivos" /7 enlos años ochenta frente a su anterior característica de movimientos "proactivos" enlos años setenta. Casi desde el comienzo del mandato socialista, los movimientoscrean nuevas formas de actividad política no convencional que posibilitan la participaciónde una amplia minoría de la ciudadanía politizada. Los nuevos movimientossociales, y muy especialmente el pacifista, se convirtieron, entre 1983 y 1986, en loque Claus Offe /8 denomina «canalizadores de demandas no recogidas por las víasdel sistema», lo que les convierte -gracias a sus iniciativas- en nuevos actores políticosque, sin basar su legitimidad en las urnas, luchan por objetivos políticos queafectan no sólo al propio grupo, sino al conjunto de la sociedad. Este es el puntocentral que enfrenta al PSOE con los movimientos sociales.6/ Montero, José Ramón y Torcal, Mariano: «Política y cambio cultural en España: una nota sobre la dimensiónpostmaterialista», Revista internacional de Sociología, 1, (enero, 1992), CSIC.7/ Alonso, Luis Enrique: «Los nuevos movimientos sociales y el hecho diferencial español: una interpretación», enW.AA: España a debate.II. La sociedad, Madrid, Tecnos, 1991.8/Offe, Claus: Partidos políticos y nuevos movimientos sociales, Madrid, Sistema, 1988.60 VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
En su estrategia en relación con el poder, los movimientos han obtenido escasoséxitos, pero han creado redes sociales e impregnado de una nueva cultura a ampliossectores de la sociedad.Un efecto muy positivo de esta década es la experiencia de alianza y convergenciaentre los "viejos" y "nuevos" movimientos -que ha producido osmosis entre los mismos-en ocasiones como la Guerra del Golfo, las huelgas generales o la Cumbre deRío.Los movimientos han puesto en evidencia las contradicciones de la modernidad ylos límites del Estado del bienestar, han ganado legitimidad social a partir de su fuertecarácter deslegitimador, tal como plantea Christine Buci-Gluksmann, porque realizan«política más allá del Estado».La línea del PSOEEn 1988, los redactores del Programa 2000/9 advirtieron del riesgo de perversióndel sistema de representación parlamentaria si se aceptan en la sociedad criterios delegitimación social ajenos a los mecanismos de representación política. La identificacióndel PSOE-Gobierno con el Estado es tal que los intelectuales de Guerra afirmanque es necesario «garantizar que el Estado mantiene el monopolio de la legitimidadmoral en todos los asuntos de interés general». Nada menos que el monopolio; evidentementeno hay sitio para la sociedad civil. Y, por lo tanto, no lo hay para lasorganizaciones de la misma, a las que se exige dos requisitos que anulan todo posiblepapel autónomo: que sean funcionales para la buena marcha del sistema y que jueguenel papel instrumental de correas de transmisión del propio Estado en la sociedad,tal y como se desprende del siguiente texto: «Resulta necesario disponer desistemas de representación de intereses sectoriales o de colectivos sociales que permitan,por una parte, un flujo de información hacia el Estado y, por otra, un medio decomunicación y de legitimación social de las actuaciones de éste, además de un mecanismoautónomo para la resolución de conflictos intergrupos cuando éstos no afectenen gran medida al conjunto de la sociedad».Ello comporta que el PSOE, que propugna una política de desregulación económicay social, sin embargo, esté aplicando una política reguladora de los movimientosmediante la legislación estatal, la discriminación mediante las subvenciones, el intentode absorción de los cuadros, la creación de áreas institucionales en competenciacon los movimientos (una vez que fracasó en su intento de construcción de organizacionesafines) y, en caso de conflicto, aplica la política de marginación mediante ladescalificación o la pura y dura represión en los casos de enfrentamiento extremo.Con esta política pretende el PSOE proseguir su obra "modernizadora" durante lapróxima década.9/ «Planteamientos teóricos del socialismo democrático» en Programa 2000. Evolución y crisis de la ideología deizquierda, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1988.VIENTO SUR Número 5/Oclubre 1992 61
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