tiva gubernamental, las viejas y desvirtuadas siglas del PSOE (hacia 1975 ya polvorientaso risibles en el mundo universitario) hacía mucho que habían perdido todareferencia real "socialista" y "obrera". Mientras tanto, en la deriva hacia unaconservadurización proparlamentarista y promonárquica cada vez mayor, las siglasdel PSOE habían devenido casi una pura marca electoral, monopolizada finalmentepor un grupito de avispados mercaderes del "parlamentarismo que viene", por lodemás irrelevantes. Una marca aceptable tanto para los poderes fácticos como para elpropio centro electoral moderado o timorato. Pero que aún conservaba un cierto halode confuso progresismo social para los que seguían leyéndole literalmente como "PartidoSocialista Obrero Español", por exceso de buena voluntad o por falta de suficientecultura o información política. Con lo que, para muy amplias masas electoralesseguía apareciendo como una última reserva democrática, frente a una posibleinvolución hacia la dictadura militar; al mismo tiempo que como una forma deautoafirmación popular y una expresión simbólica de las esperanzas en una promocióncolectiva futura más igualitaria.Ahora bien, el hecho históricamente decisivo tras el frustrado golpe de Estado militardel 23 de febrero de 1981 era que las masas centristas de votantes se sabían yalegitimadas para dar su voto al nuevo y joven grupito "electoralero" dirigente delreconstruido PSOE (a cuyo oscuro y ambicioso núcleo universitario sevillano, accedidosúbitamente al control de los "restos del naufragio" de su aparato, casi nadieconocía poco antes).Al PSOE ya se le podía votar, e incluso se le debía votar, sin temor a un golpe deEstado involucionista, militar o fascista, o simplemente a una arriesgadainestabilización política. Había que votarle ahora, tras el 23-F, además, precisamentepara conseguir la definitiva consolidación democrática... del posfranquismo, contandopara ello con el tácito y permisivo consenso de los propios poderes fácticos (capital,Banca y empresa, alta burocracia civil y militar, Corona...). Unos inquietos poderesfácticos que habían multiplicado en los últimos meses las señales de que deseabancuanto antes una duradera estabilización política, para hacer posible la necesariaestabilización económica; es decir, estaban predispuestos a propiciar la ahora denominada"normalización democrática", para la que el aparato político más adecuadoera el cada vez más moderado, y ya nuclearmente tecnocrático, PSOE. Esta fue unaoperación de extensión social del pacto interélites posfranquistas del 76 a unas masaspopulares ya convenientemente advertidas y desencantadas sobre la inviabilidad decualquier radicalismo. Operación que se había iniciado algún tiempo antes por mediode los Pactos de la Moncloa de 1978, con el apoyo comunista de un PCE, igualmentecada vez más "realista" o moderado, bajo el liderazgo de Santiago Carrillo. Ahora,hacia el 81-82, se hacía más urgente ante el nuevo agravamiento de la crisis económicade los años 70, para imponer -sin excesiva resistencia obrera y popular- un duroprograma de estabilización económica y amplísima reconversión industrial.El 28-0, consumación de la democracia burguesaPor todo ello, la apuesta por el PSOE de los poderes fácticos (propugnada de modoclarividente, poco después del 23-F, aún en el mismo año 81, por el síndico de la80 VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
Bolsa de Bilbao, en declaraciones a la Prensa, como la mejor fórmulas para la recuperacióneconómica... del capital), articulaba una estrategia de estabilizaciónsocioeconómica a medio plazo, al mismo tiempo que tenía el significado -en el largoplazo histórico- de una culminación -¡por fin!- definitiva del Estado liberal parlamentarioen la España contemporánea. Y de tal modo, lo que se consuma históricamentecon la arrolladura mayoría electoral del PSOE en el 28-0 constituye, comoanticipaba, un acontecimiento mucho más profundo que el del permitido triunfo deun puñado de jóvenes oportunistas: supone la definitiva consolidación, también enun país semiperiférico como España, de la tanto tiempo anhelada democracia burguesa-capitalista-, tras 150 años de revoluciones y guerras civiles, bajo su forma históricamadura de Estado liberal y social de derecho. Un proceso que de modo paraleloa la denominada "normalización democrática" -en el nivel político-, culmina, igualmente,-en el nivel socioeconómico- la tortuosa realización de la segunda modernizacióncapitalista (instauración del "fordismo" o producción en masa, institucionalizacióndel gran capitalismo corporativo, reequilibrio del sector I de producciónde bienes de equipo mediante la expansión del sector II de bienes de consumo, industrializaciónde la agricultura y absorción del "excedente" de población activa agraria,creación del Estado del bienestar y de la sociedad de consumo, etc. En Europa esteproceso cubre aproximadamente el periodo 1871-1973). Esta gran transformaciónsocial de la primera mitad del siglo XX conmocionó al mundo entero, pasando porlas guerras mundiales, los movimientos y regímenes fascistas en el centro europeomás desequilibrado y las rupturas revolucionarias socialistas en la periferia, antes dela estabilización del Estado burgués del bienestar... En el caso de España, esta transformaciónes peculiarmente dilatada, desequilibrada y conflictiva, y cierra, además,el recurrente ciclo de las guerras civiles, pronunciamientos y dictaduras militares delos siglos XIX y XX, asociadas a la reestructuración capitalista de la sociedad y a lacorrespondiente "normalización" del Estado liberal burgués.De ahí que, desde la perspectiva profunda de la ardua (y una y otra vez pospuesta)consolidación final de la democracia burguesa en España, el acontecimiento que anticipa,prepara y confiere todo su sentido histórico a la, para muchos, ilusionada celebraciónelectoral del 28 de octubre de 1982, no es otro que el del tragicómico intentode golpe del Estado del 23 de febrero de 1981. Último intento de golpe de Estadopretoriano, el 23-F concluyó siendo un acto más del Carnaval del 81 y su mayor éxitocómico (...pues como, por mi parte, escribí entonces, la comicidad profunda del"tejerazo" surgía del hecho de que aquel pelotón de "pobres guardias civiles pobres",desatinados asaltantes del Parlamento, "aunque pudiesen llegar a matar, evidentementese habían equivocado de siglo"). La grotesca farsa del 23-F /1 clausuraba así,también de forma simbólica, para siempre, la fase de represión militar directa, correspondientea la vasta movilización y subsunción de las masas campesinas, realizada "asangre y hierro" (nit Eisen undBlut), para la conformación de las masas de trabajado-1/ Ortí, A.: «Transición posfranquista a la Monarquía parlamentaria y relaciones de clase: del desencanto programadoa la socialtecnocracia trasnacional», Política y Sociedad, (Madrid), n° 2 (1989), Facultad de Ciencias Políticas ySociología de la Universidad Complutense. Por su parte, el presente artículo de VIENTO SUR puede considerarsecomo una continuación -y una especificación para el caso del refundado PSOE- de mi propia interpretación históricay clasista de la transición posfranquista.VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992 81
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