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Descargar - Viento Sur

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y las repúblicas se hubieran deshecho del "Centro" para determinar por sí mismas, deforma democrática, las reglas del juego. Tal era el reto de la crisis del sistema: pasarpor la democracia. Pero no fue ése el escenario.La crisis hizo nacer tendencias contradictorias: unas, recentralistas, otras, tendentesa la separación. Las primeras abarcaban dos variantes: una liberal, detrás de AnteMarkovic, que se puso a la cabeza del último Gobierno yugoslavo en 1989 para imponeren él una terapia de choque anti-inflacionista (Yugoslavia conocía en esa épocauna hiper-inflación de tres cifras). Esta orientación, apoyada por el Fondo MonetarioInternacional, se considera a menudo hoy en día como la alternativa perdida,anti-nacionalista y democrática. Según estiman las corrientes demócratas que se reclamande Ante Markovic, esta orientación habría abierto esperanzas en una Yugoslaviade los ciudadanos sobre la base del mercado y la privatización. Esta línea notuvo casi tiempo para ser aplicada. Y el estallido de Yugoslavia a causa de los nacionalismoses un drama de tal calibre, que se puede entender que esta orientación alternativasea percibida hoy, al menos, como un mal menor. Pero detrás de ella haybastantes ilusiones: la orientación liberal se habría topado inmediatamente con losmismos problemas que en toda Europa del Este y, en el plano social, amenazaba conenfrentarse a los mismos resultados que la terapia de choque polaca. Por otra parte,entraba en colisión no sólo con las corrientes que defendían el antiguo orden, sinotambién con quienes eran favorables al liberalismo y a una privatización en provechode su república, y que no estaban dispuestos a pagar con su dinero los presupuestosde la federación: éste fue el caso de Eslovenia y Croacia, especialmente. Así, seríaingenuo pensar que sólo se trataba de presiones "nacionalistas" en el sentido retrógrado:una Yugoslavia unitarista, que no otorgara un peso decisorio a sus repúblicas,no podía ser sino opresiva y tenía que fracasar.Ciertamente, la resistencia de los poderes locales en estas repúblicas fueron reforzadospor el ascenso por la fuerza del nacionalismo gran-serbio: ésta fue la segundatendencia centralizadora. Las revueltas de Kosovo, provincia serbia poblada por casiun 90% de albaneses, habían estallado en 1981 con planteamientos socio-económicos:la pobreza y el paro masivo (más del 20% frente a menos del 2% en Eslovenia enesa época) marcaban la realidad de esta provincia, en la que la burocracia local habíagestionado de forma aberrante la ayuda recibida. Las tensiones con la comunidadeslava minoritaria se habían recrudecido bajo la presión de una demografía galopantede los albaneses. Pero la cuestión de los albaneses de Kosovo iba a ser el punto deapoyo para el regreso de un nacionalismo serbio de tradición chetnik, anti-comunista.El Memorándum de la Academia de Ciencias Serbias inspirará el programa deMilosevic de 1987. Según él, los serbios habrían sido sistemáticamente desfavorecidosen la Yugoslavia titista, cuyo fin último era... la destrucción de Yugoslavia a costa delos serbios. La confederalización instituida por la última Constitución y el estatuto dequasi-república otorgado a las dos provincias autónomas de Serbia eran presentadascomo la "prueba" de una trampa: ¿acaso no estaban los serbios sub-representadospor el hecho mismo de una participación igualitaria y, por ello, no proporcional alpeso numérico de cada república en las instancias colegiadas? ¿Y acaso no estaba lasoberanía de los serbios sobre Serbia limitada por las fronteras de las provinciasdotadas de un derecho de veto en las instancias federales, mientras que ninguna otrarepública se enfrentaba a la existencia de territorios autónomos? A esas "trampas" seVIENTO SUR Número 5/Octubre 1992 21

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