Garfinkel (1968), pasando por Cicourel (1982), hasta Goffman (1959). (En ciertomomento, la etnometodología se cruza con el interaccionismo simbólico: cuandoBerger y Luckman (1971) tienden un puente entre ambas corrientes).(Estas son, al menos, las corrientes sedentes de las que he podido extraer algunasideas. Algunos lectores de este papel me reprochan por qué no he analizado el temade la reflexividad dentro del campo de las ciencias sociales. Tienen toda la razón. Esproducto de mis propias limitaciones. Yo parto de la epistemología, y otros de lasociología. No tengo un dominio suficiente de la literatura sociológica sobre estetema. Lamo de Espinosa y Ramos lo tienen. El lector puede consultar el libro deLamo, La sociedad reflexiva).En general, los sociólogos, faltos de categorías que les permitan pensar la sociedaddesde una perspectiva a la vez general y concreta, no han sido capaces de acertar conla potencia lógica adecuada. Como en el ejemplo que propone Adorno (1966): albuscar un concepto alternativo al de "sociedad capitalista", demasiado cargado parasu estómago de emociones humanas, se pasan de potencia lógica, acuñando el conceptode "sociedad de división general del trabajo", excesivamente potente y, por lotanto, demasiado abstracto, o no llegan a la potencia lógica adecuada, como con elconcepto de "sociedad urbana". Lo que les ha llevado a planear en máquinas teóricasmeramente especulativas, como la teoría de Parsons, o a naufragar en "teorías derango medio".¿Son autopoiéticos los sistemas sociales? Esta pregunta equivale a esta otra:¿los sistemas sociales son sistemas biológicos? Y esta otra se podría plantear de dosformas: ¿son sistemas sólo biológicos?; ¿son sistemas también biológicos?Maturana, quizá pensando en la primera forma de la pregunta, dice que no. «Si túme preguntas a mí si las sociedades son sistemas autopoiéticos, mi respuesta es queno. Las sociedades no están definidas en términos de producción... yo lo diría de estamanera. Diría que un sistema definido en términos de interacciones de seres vivos, detal manera que el conjunto de los participantes parte del medio en que estos seresvivos se realizan como seres vivos y que ellos, a su vez, constituyen con sus conductasun tal sistema, es para mí indistinguible de un sistema social, y tal sistema no es unsistema autopoiético, porque no está definido en términos de una red cerrada de producciónde componentes» (1984). Maturana tiene una concepción restringida de laautopoiesis.Várela está más abierto a la respuesta afirmativa. Para ello, pasa de una concepciónrestringida a una generalizada. Crea un concepto más general (clausura organizacional),y distingue lo particular (autopoiesis y producciones), de lo general (clausuraorganizacional y computaciones). De momento, deja abierta la pregunta: «No puedodecir nada acerca de lo social, pues no domino ese campo» (1984). Pero sienta lasbases para una extensión del concepto: «Parece más preciso y parsimonioso simplementeponer el acento en la autonomía y la recursividad indefinida (o autorreferencial)y definir subclases de sistemas organizacionalmente cerrados correspondientes aldominio fenomenológico bajo consideración: la autopoiesis parece más adecuada aldominio de células y animales» (1984).Stafford Beer (1980), quizá pensando en la segunda forma de la pregunta, dice quesí. «Pues yo estoy muy seguro de la respuesta: Sí, las sociedades humanas son siste-122 VIENTO SUR Número 5/Oclubre 1992
mas biológicos». No son sólo biológicos, pero son también biológicos (y físicos). Elfondo biológico ata a estos sistemas. «Toda institución social (en la intersección devarias de las cuales está inmerso cualquier individuo) está incluida en una instituciónsocial más amplia, y así recursivamente -y todas ellas son autopoiéticas-». Esto explicainmediatamente por qué el proceso de cambio en cualquier nivel de recursión(desde el individuo al Estado) no sólo es difícil de realizar, sino que en la realidad esimposible -en el completo sentido de la intención-: «Yo voy a cambiarme completamente».La razón es que el "yo", ese contenido autopoiético "ello", es un componentede otro sistema autopoiético (y el primero es considerado alopoiético por el segundo).Por ejemplo: «Un país intentando transformarse en un Estado completamentesocialista no puede hacerlo, porque existe un capitalismo internacional autopoiéticoen el que está inmerso, por el cual el país revolucionario es considerado alopoiético».Hay ya sociólogos que perciben esa resistencia. Como Maffesoli (aunque la atribuyaa lo antropológico más que a lo biológico). «Una estructura antropológica que, através del silencio, la astucia, la lucha, la pasividad, el humor, o la irrisión, saberesistir con eficacia a las ideologías, enseñanzas o pretensiones de quienes intentanya dominar, ya realizar la felicidad del pueblo, lo que para el caso no representa«Nadie haría lo que hace si supiera para qué y paraquién lo hace: nadie dejaría consumir su cuerpoen la lenta combustión del trabajo o en la rápidaexplosión de la guerra»ninguna diferencia». Gracias a su duplicidad -participar guardando las distanciaslasmasas se resisten. Desconfían de lo instituido (¡cómo se ríen hoy los europeos delos partidos políticos!), al tiempo que afirman el elan irreprimible de la vida: «Gozarel día de hoy, tener sentido del presente, aprovecharse de este presente, tomar la vidapor el lado bueno» (1990).Examinemos brevemente algunas aplicaciones, en el campo de la sociología, deestas concepciones.Sociedad sin hombres (Luhmann). La victoria norteamericana en la SegundaGuerra Mundial tuvo consecuencias para los sociólogos: los cerebros de la mayoríade ellos fueron sustituidos por computadoras. Casi todos renunciaron a la "peligrosanovedad de pensar". En vez de parir palabras, empezaron a cagar números. La carateórica de la sociología se disipó en la Gran Teoría; la cara empírica se congeló en el"empirismo abstracto".Hubo una escandalosa excepción: Niklas Luhmann. No estaba especialmentedeslumhrado por el "modo americano de vida". Su primer contacto con los norteamericanosque "liberaron" su país fue cuando le robaron el reloj y lo apalearon.Luhmann no es sólo un sociólogo. Por eso puede adoptar una perspectivatransdisciplinar. Recibe la antorcha de manos de Parsons -su maestro-, que la habíarecibido de Weber: de la única manera que puede seguir un intelectual, destruyéndolos.Revolviéndose implacablemente contra lo que llama "vieja filosofía europea".VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992 123
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