Dos hechos tienen una especial incidencia en este contexto.El primero es el éxito -considerable, dadas las circunstancias- de la huelga generalconvocada por CCOO el 20 de junio de 1985. Conviene recordar que esta huelgacoincide con la máxima efervescencia del movimiento anti-OTAN. Se inscribe en unclima social -que en parte expresa, a la par que contribuye a consolidarlo- en el quese esfumaban las ilusiones en el cambio prometido por el PSOE y crecía el desencantoy la oposición a muy variados aspectos de la política desarrollada por el Gobierno.El segundo, los resultados de las elecciones sindicales de 1986. Si bien arrojan unamejora de la posición absoluta y relativa de UGT, que amplía en tres puntos suventaja sobre CCOO, suponen al tiempo el fracaso de las expectativas ugetistas de undescalabro de CCOO y el asentamiento de la propia primacía. La mejora de UGT, porotra parte, se ve matizada por dos significativos aspectos: la evidencia de numerososfraudes electorales en las pequeñas empresas y la convicción de un volumen muchomayor no probado; y la constatación de que, en el conjunto de la gran y medianaempresa, CCOO sigue por delante.Según los datos del cuadro 1, UGT obtiene en 1982 el 36,74% del total de delegadosy CCOO el 33,33%. En 1986, los porcentajes respectivos son el 40,92% y el34,49%. En 1990, finalmente, el 41,62% y el 36,98% /4.Estos dos hechos constituyen el precedente inmediato de los cambios que se producenen el mundo sindical y en la relación de los sindicatos mayoritarios con el Gobiernoy su política a partir de 1987.Una nueva situaciónLos cambios, como es conocido, se resumen en la ruptura entre la UGT y el PSOE, laadopción por la primera de una línea de oposición a la política gubernamental y lasuperación de la confrontación sindical en favor de la unidad de acción.Numerosos analistas han puesto de relieve, respecto a estos cambios, con razón, laespecial importancia de los resultados de las elecciones sindicales del 86. Sin embaramparotienen vigencia por dos años, con cláusulas de revisión salarial para el segundo. Buena parte de ellos, por otraparte, son convenios de "eficacia limitada", firmados exclusivamente por los empresarios y la UGT, pero que en lapráctica tienen validez generalizada.4/ Los datos son ilustrativos también en otros sentidos. Por un lado, evidencian una concentración creciente dedelegados por parte de UGT y CCOO. Ambos sindicatos sumaban en 1982 el 70% del total, mientras que en 1990reúnen más del 78%. Esta mayor concentración se produce en perjuicio de "otros sindicatos" y de los "grupos detrabajadores". Por lo que respecta a este último colectivo, el peso relativamente importante que tiene en 1982 y en losaños inmediatamente posteriores se explica, en muy buena medida, por la débil implantación de los sindicatos y, enuna medida más pequeña, por los fenómenos de ruptura con ellos debido al comportamiento que tienen ante lareconversión industrial.Por otra parte, los datos ponen de manifiesto que la gran hegemonía de UGT y CCOO en el conjunto del Estado sequiebra, en diferente grado, en Euskadi y Galiza. En el primer caso, ELA-STV se afirma crecientemente como elprimer sindicato de la Comunidad Autónoma Vasca, y sus delegados, sumados a los de LAB, superan holgadamentea los que suman UGT y CCOO. En cuanto a Galiza, INTG-CIG confirma, en 1990, un sustancial aumento que lelleva a obtener el 23,9% de los delegados gallegos.74 VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
go, hay que destacar, en igual medida, el cambio de ciclo económico que se producea partir de ese mismo año.Efectivamente, en 1986 se inicia un periodo de fuerte expansión económica que seprolongará hasta 1991 y que vemos reflejado en el cuadro 2.El cambio de coyuntura económica no tiene, sin embargo, incidencia alguna en lapolítica gubernamental en la que, si cabe, se afirman aún más los postuladosmonetaristas y neoliberales, con un profundo contenido antisocial.Se mantiene la presión sobre los salarios, acusados de ser los principales responsablesde la inflación; se potencia al máximo la precarización del empleo; se acentúa laorientación al recorte de los gastos sociales de la Administración; el paro, si bienexperimenta una cierta reducción, se mantiene en unos niveles altísimos...El periodo recién estrenado de relativa prosperidad económica, que propicia rápidosy escandalosos enriquecimientos, está acompañado por un crecimiento de lasdesigualdades sociales aún mayor que en el periodo precedente.Las presiones de los sindicatos sobre el Gobierno en favor de un giro social en supolítica económica, al mismo tiempo, son rechazadas tajantemente.Estas son seguramente claves fundamentales para explicar el movimiento históricode la UGT, que supone romper una trayectoria secular de hermanamiento con elPSOE.Las mismas claves, en definitiva, que conducen a la huelga general del 14 de diciembrede 1988, que constituye el momento culminante del enfrentamiento entre lossindicatos y el Gobierno y que posiblemente marca los límites del mismo.En una sociedad desacostumbrada desde el inicio de la transición al desafío al poder-salvado el paréntesis del movimiento anti-OTAN-, la huelga general del 14-Dconstituye una auténtica conmoción. En un mismo movimiento, se esfuman las pocasesperanzas todavía existentes en la posibilidad de una transformación social -pormodesta que ésta fuese- de la mano de la acción gubernamental y se contempla porprimera vez como posibilidad real la puesta en pie de un movimiento social quepugne por reformas de alguna entidad y que ejerza una presión incisiva y continuadasobre el poder político, capaz de condicionar su actuación.En este panorama, los sindicatos aparecen como el instrumento decisivo. Ellos sonlas únicas organizaciones capaces de dar impulso a semejante movimiento y articularlas diferentes energías sociales que han aparecido en escena.Cuadro 2CRECIMIENTO ANUAL DEL PIB EN TÉRMINOS REALES(Descontada la incidencia de los aumentos del IPC)AÑO 1986 1987 1988 1989 1990 1991+PIB 3,11% 5,48% 6,30% 4,41% 4,42% 5,04%Elaboración propia sobre Contabilidad Nacional.VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
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