es industriales exigidas para el desarrollo del sistema fabril capitalista. Y, al mismotiempo, demostraba que la temida amenaza de golpe de Estado militar antidemocrático(manipulada una y otra vez por las fracciones más conservadoras y timoratas de losdenominados "partidos de izquierda" para proclamar la necesidad de la máxima moderaciónpolítica) constituía, en realidad, un desorientado "tigre de papel". Simplementeporque el poder real, una vez consumada la segunda modernización capitalistatambién en España, por el "arrastre" y bajo la dependencia del capital extranjero,estaba en otra parte: en el propio capitalismo multinacional, en las grandes potenciasoccidentales, en las grandes empresa privadas y públicas, en la Bolsa, en la"tecnoestructura" constituida por el alto funcionariado corporativo, semipúblico ysemiprivado, y, en fin, en los propios medios de comunicación social que mostraronen la noche del 23-F, de un modo espectacular, su decisiva capacidad de definiciónde la situación y de control ideológico.Ahora la integración de las masas populares, una vez superada la fase más dura desu desarraigo, y a pesar de sus muchas reivindicaciones insatisfechas, ya no pasabapor una contraproducente y poco eficaz represión pretoriana, aunque la amenaza deintervenciones militares y policíacas siga constituyendo una última ratio de todo ordenburgués desigualitario.Por el contrario, tras una relativa desproletarización social y económica -realizadafundamentalmente en Europa por los movimientos y regímenes socialdemócratas-,la integración social de las masas precisamente en la que podemos llamar la democraciaburguesa de masas había conseguido consumarse en casi toda Europa a través dela desproletarización política socialdemócrata del propio movimiento obrero.Una reconciliación política -o pacto keynesiano para la construcción del Estadodel bienestar- entre el movimiento sindical y las organizaciones capitalistas, queexigía el ascenso al poder político de partidos, en sus orígenes o simbólicamenterepresentativos de la mayoritaria clase obrera. Esto explicaba los sucesivos triunfoselectorales en la Europa de los años 50 y 60, de partidos reformistas o socialdemócratas,apoyados por las organizaciones sindicales (laboristas en Gran Bretaña o socialdemócratasen Alemania, etc.), en un proceso final y necesario para la estabilizaciónde la propia democracia burguesa, que podemos caracterizar como socialdemocratizaciónpolítica.Los propios logros reformistas del Estado social del bienestar así conseguido, reforzandoel desarrollo capitalista y el "aburguesamiento" de todas las estructurassociales, moldeaban a la sociedad burguesa de masas mediante una triple integraciónnormalizadora de las masas trabajadoras: a) consumista (o identificación indiferenciadacon los valores hedonistas del individualismo burgués posesivo); b) comunicacional(o conversión ideológica con los mensajes consensúales de los medios); c) electoral(electoral (o participación acrítica en el ritualismo electoral entre partidos de cuadroscada vez más indiferenciados).Formas secularizadas de integración social burguesa, no incompatibles con lasocialdemocratización, que en el caso de España, la tragicómica impotencia de losanacrónicos golpistas del 23-F iban a acelerar como elementos básicos de la urgentenormalización democrática, para la definitiva consolidación de la transiciónposfranquista.Para cerrar el ciclo de conflictos de la segunda modernización capitalista, como un82 VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
momento necesario en la estabilización conservadora de la democracia burguesa, unavez realizada la fase más dura y forzada de la industrialización, en diciembre de 1982se constituía un Gobierno del PSOE posfranquista.Acceso de las nuevas clases mediasfuncionales al poder: el Gobierno del 82.Pero el nuevo Gobierno, que destaca por su juventud -ya que era la cristalización delrelevo generacional de la vieja burguesía franquista fascistizada, corrompida e incompetentepor la brillante generación universitaria de 1968-, ya nada tenía que vercon los Gobiernos socialistas populares y republicanos de la heroica defensa antifascistade la guerra civil. Constituía una combinación de más bien oscuros, pero audaces,arribistas políticos (expresión de las clases medias bajas en expansión, producto de lapropia sociedad de consumo franquista), con la que podemos hoy denominar fraccióntecnocrática de la generación del 68 (expresión, a su vez, del recambiogeneracional altoburgués, como cachorros de una neoburguesía tecnocrática más adaptadaa las exigencias de mentalidad cosmopolita y mayor competencia técnica delneocapitalismo corporativo de consumo). Procedentes generalmente de la antiguaFacultad "roja", la Facultad de Económicas de los años 60, en la vanguardia de lalucha antifranquista, supercultivados y brillantes, pero igualmente ávidos de poder,los tecnócratas postsocialistas de los Gobiernos madrileños de los años 80, tras sufugaz radicalización teórica (que había hecho del marxismo un instrumento en lalucha contra la Dictadura franquista... y por la conquista de un poder aggiornato ypropio) se habían reencontrado con su auténtica condición: la de ser la vanguardia dela nueva frontera -trasnacional y cosmopolita, pero dependiente y especulativa- dela burguesía española, de la cual en gran número de casos ellos mismos procedíanfamiliarmente. Más en concreto, los tecnócratas postsocialistas representaban la definitivaincorporación al bloque del poder de las que, por mi parte, he denominadonuevas clases medias altas funcionales 12, o clase de servicio, fruto del fabuloso incrementodel excedente de renta capitalista, destinado al pago de la tecnoestructuraprofesional.La composición de los Gobiernos del PSOE a lo largo de los años 80 respondía así,básicamente, a una tácita alianza entre las dos fracciones de las clases medias funcionales(asentadas ante todo en el sector servicios), constituidas y crecidas por la oladesarrollista del neocapitalismo de consumo español, dependiente y mimético, de losaños 60.Por una parte, los líderes más representativos del PSOE conectaban con las másextensas clases medias funcionales bajas (empleados y vendedores, cuadros intermedios,pequeños profesionales, funcionarios medios...), producto del desarrollo de los2/ Ortí, A.: «Estratificación social y estructura del poder: viejas y nuevas clases medias en la reconstrucción de lahegemonía burguesa», en la obra colectiva Política y sociedad. Estudios en homenaje a Francisco Murillo Ferrol,Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas/Centro de Estudios Constitucionales, 1987. Una prolongación deeste artículo sobre la cuestión de las que llamo "nuevas clases medias funcionales" en la fase especulativa de los años80, en la revista Documentación Social (Madrid) n° 88 (jul.-sept. 1992), Caritas.VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992 83
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