que predominó en las décadas anteriores (y que situaba a los nacionalismos másconsecuentes en una órbita más o menos anticapitalista), llegando a afectar incluso alos nacionalistas de izquierda /3, en cuyas filas aumentan los partidarios de los frentesnacionales "a lo Báltico" (de inspiración interclasista y dirección política burguesa)en detrimento de sus sectores mas revolucionarios, clasistas y partidarios de unenfoque subversivo del orden existente. De profundizarse esta tendencia asistiríamosa una derechización de movimientos nacionales tradicionalmente de izquierdas, y aun progresivo cuestionamiento de la línea de "liberación nacional y social" en beneficiode lo puramente nacionalista.Sin embargo, esto no tiene por qué darse por definitivo: los nacionalismos de izquierda,lo mismo que la izquierda revolucionaria, o las corrientes que se reclamende ambas adscripciones, tienen que plantar cara y volver a situarse.En los últimos tiempos se habla mucho de refundar la izquierda. Cabría decir lomismo del nacionalismo y de los intentos de síntesis que se expresan tras la idea: «Nohay liberación nacional sin socialismo y no hay socialismo sin liberación nacional» /4.Considero, pues, que estamos ante una cuestión clave. Si la izquierda revolucionariay/o nacionalista, a efectos de los nuevos vientos nacionales y sociales, desandamosparte de ese camino, y nos orientamos de nuevo cada uno por su lado, y nodigamos si nos convertimos en polos opuestos y refractarios entre sí, el movimientoemancipatorio de estos lares habrá retrocedido mucho más de lo que pensamos.Una filosofía de encuentroQue naciones enteras, traumatizadas por la experiencia estalinista y el llamado "socialismoreal", hayan identificado su libertad social con el capitalismo (aunque estápor ver por cuánto tiempo) es un duro golpe para el objetivo "Independencia y Socialismo",que ha permitido a fuerzas de izquierda radical seguir dando guerra al sistemay tras el cual se ha alineado, por lo menos en Euskadi, todo un movimiento popular.Puede suponer, además, una pérdida de la atracción que en su momento tuvo la culturadel encuentro de las dos emancipaciones (la nacional y la social) y empujar a quecada sensibilidad se oriente hacia lugares diferentes. Sin embargo, no podemos olvidarlo aprendido en largos años de experiencia: el diferente rumbo que toman losdistintos fenómenos intercomunitarios, según la época que les toca vivir y en relacióndirecta a las fuerzas sociales y políticas que los dirigen y moldean. Todo movimientode liberación nacional está sujeto a la presión de tendencias de diferente sino, que, enunos casos, le ayudan a desvelar y desplegar lo mejor de sus cualidades y, en otros, a3/ Utilizo los términos nacionalista, izquierda, e incluso izquierda nacionalista, sabiendo que tras cada una de esasdenominaciones, incluida la tercera, se esconden ideologías, políticas e intereses diferentes (por ejemplo, HerriBatasuna y Esquerra Republicana se llaman "nacionalistas de izquierda", sin que eso aclare por sí mismo lo que cadauna de esas formaciones entiende por ello, o lo que les une o diferencia).4/ Las generaciones revolucionarias de hace unos 20 años, al calor de lo que ocurría por el mundo, afirmaron que ladicotomía existente entre liberación nacional y socialismo era falsa. Hoy, a la luz de lo que acontece en Europacentral y oriental, da la impresión de que todo se disloca, se disparan los extremos, pero con un vencido (elinternacionalismo) y un vencedor (el nacionalismo más exclusivista y chovinista).64 VIENTO SUR Número 5/Octubre 1992
sacar a relucir lo más oscuro y lamentable. La conjunción liberación nacional y social,en un sentido antiimperialista y anticapitalista, dependerá, pues, de factores detipo objetivo, pero también de cómo se enfoque el asunto desde las fuerzas que empujanen ese sentido. Todo ello me lleva a reafirmar, más si cabe, la idea de que esnecesario sostener un abertzalismo (patriotismo) /5 de liberación, solidario einternacionalista, partícipe de todas las emancipaciones; que plantea la nación comoun colectivo de hombres y mujeres libres sin explotación ni opresión y aspira a transformarel mundo en vivimos, para establecer unas relaciones "internacionales" basadasen el intercambio y no la explotación, o el hegemonismo político o militar.Recomponer, reformular, redefinir ese "abertzalismo socialista" llevará su tiempo,supondrá defender unas ideas y cuestionar otras, sin que venga al caso, en este momento,precisar qué es lo más importante, si el trabajo de apoyo o de cuestionamiento.Veamos algunas cuestiones.¿Distinguir nacionalismos?De la misma forma que cabe distinguir entre el nacionalismo (un determinado enfoquegeneral del hecho nacional) y el movimiento de emancipación nacional (muchomás plural y en el que las corrientes más internacionalistas tenemos perfecta cabida),cabe distinguir diferentes nacionalismos, a la luz de su proyecto nacional, su enfoquesocial, internacional, etc. Hay nacionalismos hiperreaccionarios y de corte imperialista;los hay igualmente reaccionarios, aunque correspondan a naciones oprimidas ominorizadas; los hay de tipo democrático, pero de derechas; y los hay de tipoantiimperialista y revolucionario.Pueden darse casos en los que, a la luz del tipo de conflicto y de las fuerzas políticasque lo lideran, la cosa puede estar muy liada, incluso ser bastante atípica (el conflictono es claro y la línea existente entre opresores y oprimidos no se sabe si existe). Peroen la mayoría de los casos eso no ocurre; se puede percibir una causa, una salida, pormuy complicada que sea, y cabe afirmar que una de las partes tiene razón o más razón(aunque no toda la razón) que la otra.Se trata de tener en cuenta cómo se conformó el Estado en el que ha surgido elconflicto; cómo se configuraron sus fronteras y se articuló el grado de homogeneidadinterior para que funcionase en cuanto comunidad nacional o plurinacional. Es decir,cómo se formó la base material sobre la cual se han conformado las opresiones nacionalesy los movimientos de resistencia y emancipación.Aunque se rechace lo unilateral y simplista (por ejemplo, atribuir todas las atrocidadesa un bando por el hecho de ser el máximo responsable del conflicto), aunquenos neguemos a dar apoyos acríticos, la distinción entre nación y/o Estado opresor ynación oprimida sigue siendo absolutamente pertinente y fundamental para diferenciarla gran mayoría de los casos y definirse frente a ellos. Llegados a esta situación,5/ Mi reivindicación de abertzale, cuya traducción exacta al euskera es "patriota", significa una voluntad de liberacióny una identificación positiva con la nación oprimida. Es menos definitorio que el término "nacionalista" (con elcual ideológicamente no me identifico), y me parece, en nuestro caso, totalmente asumible desde un punto de vistasocialista comprometido con la liberación nacional.VIENTO SUR Número 5/Oclubre 1992 65
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