Colombia es un buen ejemplo de esta relación entre policía y fuerzas militares. Esta policíatampoco pudo abstraerse de la influencia de las Fuerzas Militares dado que fue dirigida durante dosterceras partes entre 1891 y 1965 por militares, lo que impidió que pudiera consolidar un esprit decorps propio con un ethos particular. Tras el inicio del acuerdo bipartidista conocido como el FrenteNacional (1958 – 1974) se centraliza la policía en un único cuerpo nacional y en 1965 se nombrapor primera vez a un algo rango de la policía como director de la institución. Los cadetes formadosdurante el Frente Nacional serían directores a partir de los años 1990, es decir que la policía habríade ser finalmente dirigida por policías formados como policías en escuelas policiales orientadas porpolicías bajo la tutela de un director general igualmente policía.Así se iniciaría con los años 1990 un nuevo proceso de autodeterminación de una institucióncon intereses corporatistas propios, difícil de controlar y lejos de la influencia de militares, partidospolíticos y autoridades locales. Tras cuarenta años de orientación militar, el nombramiento en 1991de un ministro civil en el Ministerio de Defensa, del cual depende la policía colombiana desde 1953,ahondó la independencia de este cuerpo frente a otros actores institucionales, especialmente losmilitares. Adicionalmente, la explosión del narcotráfico habría de darle un mayor impulso a la policíaque recibió más presupuesto, personal y fondos.Durante la lucha contra las drogas el gobierno de los Estados Unidos se dirigió directamente a lapolicía colombiana para obtener su apoyo ante la resistencia de las fuerzas militares que considerabanque esta no era una labor propia a sus atribuciones y podría traer mayor corrupción a sus filas. De ahíque la policía colombiana entró de lleno en el combate al narcotráfico adopt<strong>and</strong>o divisiones de asaltoen la jungla para destruir laboratorios. Los ataques de la guerrilla a pueblos y el narcoterrorismoacentuaron su perfil más militar. Sin embargo, la policía seguía siendo en las ciudades una policíacivil urbana en un país donde el 73% de los habitantes viven en ciudades, seis de ellas de más de unmillón de pobladores. Aunque la policía conservó parcialmente una jerarquía militar por cuestionesde status y prestigio, su entrenamiento, adoctrinamiento y cultura organizacional nada tienen que vercon el de las fuerzas militares. El conflicto colombiano ha llevado a pensar a algunos académicos quese debería crear una suerte de gendarmería en el campo para lidiar con estos problemas y liberar a lapolicía para combatir la criminalidad común. En otras palabras, una policía militar podría patrullargr<strong>and</strong>es extensiones de terreno poco habitadas y ser punta de lanza del gobierno en el conflictocolombiano (Goudallier 2008).Aunque poco evaluado, quizás el problema en Colombia y América Latina de la asociaciónentre policías y militares no reside en que se lleven operaciones compartidas o que los militaresasuman funciones de policía o que las policías se militaricen; el problema fundamental es la falta deuna política pública que defina el campo se acción en seguridad ciudadana y en orden público. Envarios países de América Latina no existe una verdadera política de seguridad ciudadana, en parteporque los gobiernos han delegado esta labor en autoridades locales que solo han dictado programasaislados y efímeros en la materia. En el mejor de los casos se han publicado ‘Libros blancos’ de laseguridad ciudadana que no han pasado de unos compendios de buenas intenciones sin aplicaciónen el corto plazo. En el caso de Colombia, el problema operacional de la policía se ha confundidocon su rol estratégico dentro del <strong>and</strong>amiaje de seguridad y defensa del país. El gobierno colombiano<strong>info</strong>rmalmente ha incluido a la policía como cuarta fuerza después del ejército, la marina y la fuerzaaérea. Las operaciones conjuntas han aumentado sustancialmente durante la administración Uribe yel director de la Policía se ha interesado más en temas de contrainsurgencia y antiterrorismo que enel delito que afecta al ciudadano del común de las gr<strong>and</strong>es urbes que nunca ha visto un guerrillero ensu vida. El mismo Director ha señalado que él hace parte de un equipo junto con las otras fuerzas ysimbólicamente en las ruedas de prensa aparece junto al Ministro de Defensa y los otros com<strong>and</strong>antesde fuerza. Al no existir una real política de seguridad ciudadana y al incluir a la policía en una políticamás amplia de orden público y defensa nacional, se desatiende el crimen que afecta a los ciudadanos.No es por ello gratuito que en términos macroeconómicos el gasto de policía se haya encapsuladojunto con el de defensa en un solo paquete. Aunque existe un ítem de presupuesto para policía, para74<strong>Security</strong> <strong>and</strong> <strong>Defense</strong> <strong>Studies</strong> <strong>Review</strong> 2009/Edición 2009/ Edicão 2009/ Volume 9, Issues 1 & 2
efectos de planificación se ha hablado de un solo gasto junto con las otras fuerzas. Esta inclusión dela policía como cuarta fuerza, más que su supuesto perfil militar, está en la base de una desatenciónde los verdaderos problemas de policía. La policía ejerce sus labores comunes en las ciudades peroen términos de políticas públicas se ha visto absorbida por su rol dentro de las misiones conjuntascon las fuerzas militares.En cuanto a la intervención de militares en labores propias de la policía, no existen evaluacionescientíficas sobre su efectividad. El llamado de militares para combatir el crimen ha sido reiteradopara lanzar al público señales de que se tan tom<strong>and</strong>o cartas en el asunto cu<strong>and</strong>o sobrevienen crisis deseguridad. Sin embargo, las fuerzas militares no tienen aparatos de policía judicial y detectivismo queles permitan hacer investigaciones para desmantelar redes criminales y mafias o encontrar culpablesde crímenes. La inteligencia militar no adelanta este tipo de funciones lo que lleva a que el ejércitosea utilizado simplemente en labores de vigilancia o como fuerza de choque lo que no se compadececon una labor más fina de desvertebrar el gran b<strong>and</strong>idaje. Por ello la utilización de soldados en temasde seguridad pública puede haber quedado más en una retórica gubernamental que en beneficios acorto plazo con el agravante de que se puede caer en excesos de fuerza al no tener entrenamientopara lidiar con el público.<strong>Security</strong> <strong>and</strong> <strong>Defense</strong> <strong>Studies</strong> <strong>Review</strong> 2009/Edición 2009/ Edicão 2009/ Volume 9, Issues 1 & 2 75
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