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Ago. Sept. Oct. Nº 282-283-284 - Biblioteca Virtual El Dorado

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En companla del buen amigo Vasseur y como parte de otrasmuchas visitas, estuve una tarde en el Museo Nacional y otra en labiblioteca de la "Sociedad EconÓmica de Amigos del País" y en laAcademia de San Alejandro a ella anexa. Le hablad hoy del ~hiseo,situado en la Calzada de la Reina, un hermoso paseu obra de em bellecirnientourh;mo realizada en 1836 por el general TacÓn y que sise cuidara y atendiera con un poco de celo, sería magiiifico, por susituaciÒn y extensión.<strong>El</strong> día en que nos presentamos al Museo no era de visita, perosu Director, al conocer mi posición diplomática, gustoso nos hizofranquear la ent.rada y amablemente nos sirvió de "cicerone". Estedirector, señor Martínez Romay es un hombre que tiene verdaderoculto por las reliquias histÓricas y un empeño muy laudable enmejorar el Museo, para lo cual no omite ningún csfucrzo. Puededecirse que vive consagrado por entero a su patriÒtica labor.La mayoría de las cosas interesantes que contiene el Museo sonrecuerdos de la guerra: allí están artículos de uso y arreos militaresde Martí, Maceo, Máximo Gtimez, Calixto García, Jesús Rabi, Céspedes,Roloff, de. Entre ellos el escritorio que usaba el primero ensu oficina de Nueva York; el bote en que cruzti Maceo la trocha enwia noche gloriosa; los sombreros de campaña del general Gómez yel esqueleto de su últimu caballo de guerra. Balas, machetes, pistolas,estribos, prendas de ropa ensangrentadas y hechas girones, delos héroes y mártires de la épica contienda, y luego los cañones ylas banderas, esas banderas preparadas por manos cariñosas de mujeren el destierro o en el sigilo de las casas coloniales de lasfamilias patriotas, espiadas por el vigilante español; esas banderasque luego tremolaron orgullosas en los campos cubanos; que supie--ron del fuego y la metralla y eran como augurios de mejores días.Y tambicn las banderas españobs, que rememoran los días de gloriade los tercios espaTioles y las jornadas de Lep;Ulto, de SanQuintín, de Bailén; banderas que al abatirse no perdieron su orgulloporque el pasado es suficientemente brillante para salvar lasoscuridades del presente y poner las esperanzas de una raza altivaen un porvenir más noble y hermoso.Hay en el Museo desde luego, otras muchas cosas que no sontrofeos de guerra; recuerdos de hombres ilustres, lápidas, campanas,un escritorio usado por los Capitanes generales por cerca de unsiglo y después por el gobierno intervencionista y por los presidentesEstrada Palma y José l'ligucl Gómez; objetos que pertenecierona Heredia, a la i\vellaneda, a don J OS(' de la Luz y Caballero,m;Uluscritos y periÓdicos muy antiguos; una valiosa colecciÓn deobras sobre la libertad de Cuba, etc. etc.181

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