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Ago. Sept. Oct. Nº 282-283-284 - Biblioteca Virtual El Dorado

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De estos profesores, el hombre es un joven vestido correctamente,obsequioso y casi siempre de una audacia y una desvergüenzasin límites. La mujer es una chica más o menos guapa, que lucepiernas, brazos, senos y espalda hasta donde más no puede, queabusa del colorete y las pinturas y que no se disgusta por uno queotro beso, ni por una ligereza de manos, ni por cosas más graves sison productivas. <strong>El</strong> bailarín nunca se apresura a bailar, a menosque ya esté concertado con una dama. Por lo regular aguarda unrato hasta ver qué señoras o señoritas no bailan para ir a ofrecerlessus servcios o para que se los soliciten. Recibe propinas comocualquier camarero, si bien más discretas y más cuantiosas. Labailarina se sienta sola frente a una mesilla a esperar que la saquena bailar y que le brinden algo, cuando le brindan. En todo caso sino se muestran galantes los concurrentes la casa la obsequia conuna cena y a veces con una botella de champaña, además de susueldo. Y lo mismo al bailarín.Una noche un amigo, llegado de nuestras tierras vírgenes, vírgenes,sí, de todas las extravagancias modernas, que no se creen ennuestros terruños cuando se relatan, me hizo acompañarlo a cenaral Perroquet, o mejor dicho a derrochar el dinerillo traído de América.A dicho amigo lo enloquece el baile, y a pesar de un moditoespecial que tiene de mover las piernas y que es típico en sufamilia, baila admirablemente. Pero como no conocía a ninguna delas damas concurrentes, veía correr el tiempo sin dar una vuelta.En su ayuda vino una chica bastante guapa, que estaba sola en unamesa y se insinuó por decido así, por medio del juego de bolitasde colores que estableció conmigo y con mi amigo y que le permitió,ya con alguna confianza, solicitarme por señas si quería bailar.Me excusé por no saber hacerla y no querer aprender tampoco y leindiqué, por señas también, a mi amigo, con quien se entendió amaravilas. Cierto que el chico creyó por un momento que se tratabade alguna extravagante princesa rusa, pero ella pronto le hizoconocer su verdadera posición y profesión y él, que no tiene unpelo de tonto, le dio el trato correspondiente.Estas bailarinas en lo general son poco temibles. Los que sí loson y mucho son los bailarines, que tratan de despertar el amor olos apetitos de las damas ricas y en especial de las vejanconas paradesplumar las. Y a veces llegan a usar de los más ignominiosos medios.Aunque les resulta en ciertas ocasiones que al ir por la lanasalen trasquilados. Pero ellos dicen que al fin de cuentas las gananciassaldan las pérdidas con ventaja. <strong>El</strong>los lo sabrán. Hace pocosdías ocurrió a uno de estos tíos desvergonzados, que luego dezarandear de lo lindo a una milonaria americana, se presentó en su375

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