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Ago. Sept. Oct. Nº 282-283-284 - Biblioteca Virtual El Dorado

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cuestión, don Plácido Suárez cuya única falta a mi ver es el sacnficiode sus gallardos mostachos mosqueteros.No deja de ser curioso que yo que conozco la Magdalena, elSagrado Corazón y Nuestra Señora de París; la Catedral de Westminstery el Oratorio de Londres, casi que no puedo dar razón delos templos católicos de mi ticrra. Y es que, oscuro y desconocidopersonaje en Londres y cn París, a nadie le preocupa que yo entrea las iglesias y admire sus bellezas arquitectÓnicas, escultUlales opictóricas. Pero si yo en Panamá me acercara al templo de San Joséo a la iglesia de Santa Ana a contemplar las bellezas que debenencerrar, o los cambios que han sufrido en los anos transcurridosdesde mi infancia, o visitara los trabajos cle San Francisco en quemanos irreverentes han destruido las viejas torres histÓricas parareemplazarlas con modernas construcciones de cemento, o fuera ala iglesia de la Catedral a escuchar la palabra del Padre QuirÓs decuya oratoria se hacen lenguas los que unciosamente se han deleitadocon ella, se levantarán dos opiniones en contra mía, ambas falsasdesde luego: la de los catÓlicos que crcerían en la cunversiÓn de unmasón, de uno que según opinan muchos no cree en Dius porqueno se arrodilla ante el confesonario, y la de algunos masones quecreerían haber perdido a uno de sus jefes. Por esta razÓn yo nopodría decir si los altares de la iglesia de Belén son mejores que losde las iglesias de mi tierra, pero sí puedo asegurar que los juegos deluces son magníficos y que el conjunto es más seductor que imponente.Creía yo que los padres jesuitas no sabrían que el visitante aquien tantas atenciones prodigaban era el .J de de la Masoneríapanamei'a, pero en esto tambicn me equivocaba. Mientras yo contemplabaen la sección cubana de la biblioteca unas interesantesreliquias del Gral. Máximo Gómez, el Padrc Pedro Abad se acCIcf) aBenítez y le dijo en voz baja: "¿el seflOr Ministro es ese masÓn dealto rango cuya llegada a la Habana anunciÓ en días pasados <strong>El</strong>Mundo? Me parece que el nombre es el mismo." Y con todo, elbuen sacerdote no tuvo ni horror ni disgusto al masón, ni le pusoel gesto avinagrado, ni le esquivÓ sus explicaciones científicas, sinoant.es bien -a todo señor todo honor--- redoblÓ sus atenciones, yno contento con ello, le invitÓ con interés a una conferencia quedías después dio en la Academia de Ciencias, conferencia que resultótambién muy notable, y que es uno de mis buenos recuerdos dela Habana. Y esto contrasta con la actitud cle algunos paisanosmíos que creen que no tengo derecho ni al aire que respiro porquesoy masÓn.Suyo, afmo.Gmo. Andrcve.199

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