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Ago. Sept. Oct. Nº 282-283-284 - Biblioteca Virtual El Dorado

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Pero el señor Flatton estaba engañado, como pudo comprobarlocuando terminada su comida con un buen pedazo de quesofabricado en Calva dos y un vaso de vino de las bodegas bordelesasse despidió de su amigo y colega y se marchó en busca de suscuat.ro bultos, que encontró reducidos a tres. <strong>El</strong> cuarto había sidorobado en las narices del guardián, a vista de la muchedumbre quebulle y se agita constantemente en las estaciones parisienses deferrocarriles y a pesar de sus grandes etiquetas anunciadoras de queel susodicho bulto pertenecía a la Sociedad de las Naciones y erapor tanto sagrado. <strong>El</strong> señor don Claudio Flatton, tras la sorpresadel caso y las muecas de horror correspondientes, puso el grito enel cielo y e! denuncio en la agencia de policía más cercana, quetiene su despacho en la misma estación. Pero hasta ahora ha sidoinfructuosa la habilidad desplegada por los agentes de! servicio secreto,pues el bultico en cuestión no ha aparecido todavía. Deseguro que el ladrón, algún curioso bibliómano, pasará las horasmuertas recreándose con los papeles de la Sociedad famosa y riéndosede todas las boberías que contengan. Porque para que lainquietud del público no fuera muy grande el señor Flatton se haservido declarar categóricamente que el tal bulto contiene. muchospapeles sin importancia, pero ni siquiera un franco suizo ni unsecreto más o menos importante; ni aun polvos de arroz y locionesrefrescantes para embellecerse y aliviarse de sus enormes fatigas laspobres chicas empleadas en la Secretaría del Consejo Directivo.Las bromas a que se ha prestado el suceso son inacabables. Losparisicnses tienen el concepto ateniense de la vida y todo lo resuel.ven en una sonora carcajada. Así ha ocurrido ahora. Y entre losbromistas no ha faltado quien diga que el bulto robado era unaimagen fiel de la Sociedad de las Naciones. Muy cerrado, lacradocuidadosamente y sellado oficialmente, lleno de rótulos emocionantespor fuera y de papeles sin valor por dentro; muy recomendadoy vigilado, y traído y llevado hasta que al fin perdido, el pobrebulto no valía ni el trabajo ni el susto que se tomó el ladrón alcargar con éL. ¿Ocurrirá en verdad cosa igual con la hija predilectadel Presidente Wilson, arrojada del hogar paterno y negada por sustíos de Washington?París, 17 de agosto de 1922.UN ERROR MUY SENSIBLELa noche del veintisiete de julio, un amigo de lo ajeno hizo unavisita a la joyería que en la calle de San Honorato tienen establecidalos señores Bancelin y Lacarriere, parientes cercanos entre sí, y338

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