Tres cerditos - Apostolos Doxiadis
Apostolos Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder engañar a la muerte.
Apostolos
Doxiadis construye en Tres cerditos una absorbente novela de intriga
y de aventuras, que es además una original reflexión con tintes de
tragedia griega sobre el destino, la suerte y la libre elección. Una
fábula en clave moderna sobre la eterna cuestión de cómo poder
engañar a la muerte.
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Leo rio.<br />
—¿Y cómo se gana la vida aquí, si no le importa que le pregunte?<br />
—Tengo parientes en Michigan, en Detroit concretamente —dijo<br />
Ginsburg—. Tienen un negocio floreciente. De ropa, como el mío. Hago<br />
negocios para ellos. Si la guerra continúa durante un tiempo, estoy pensando<br />
en invertir, tal vez hacerme con una participación en su empresa. —Entonces<br />
sonrió y explicó—: Conseguí sacar de Italia la mayor parte de mi dinero<br />
convertido en oro. Así que aquí soy lo que se llama «un hombre<br />
independiente con posibles».<br />
Cuando se vieron al día siguiente, Leo le dijo a Ginsburg que le gustaría<br />
invitarlo a comer el fin de semana y Ginsburg aceptó.<br />
—Pero no me has contado nada de tu negocio —comentó Ginsburg el<br />
sábado, cuando se vieron en un local pequeño y elegante cerca de Central<br />
Park.<br />
Leo le dijo que era importador de cobre, pero no mencionó (aún no) que<br />
era uno de los Frank de Frank & Worthington. Quería evaluar al otro durante<br />
la comida. Cuanto más escuchaba hablar a Rico Ginsburg, más cuenta se<br />
daba de que era como caído del cielo, el tipo perfecto para su proyecto en<br />
Sudamérica. Tenía buena presencia; era alto y un poco corpulento, lo que<br />
transmitía autoridad. Hablaba bien inglés, aunque con un fuerte acento<br />
italiano (pero eso no importaba porque iba a tratar con latinos de todas<br />
formas). Sabía de negocios, de hecho era un empresario de éxito y además, y<br />
eso era lo más importante, estaba claro que era avispado. ¿Cómo alguien que<br />
no lo fuera iba a poder escapar de una cárcel fascista, después de la Italia de<br />
Mussolini y, por si eso fuera poco, además hacerlo llevándose su oro?<br />
De hecho Ginsburg parecía tan perfecto que Leo tuvo que contenerse para<br />
no hacerle la propuesta allí mismo, durante la comida. Pero lo hizo en su<br />
siguiente reunión, que fue tres días después, cuando Ginsburg lo invitó a<br />
cenar. Mientras se zampaban el pato en un restaurante chino, Leo dio el paso<br />
y se lo preguntó.<br />
—Rico, ¿qué me dirías si te propongo ganar algo de dinero mientras estás<br />
aquí en Estados Unidos? Y no estoy hablando de calderilla, sino de<br />
cantidades importantes de dinero.<br />
Pareció que Ginsburg no se esperaba algo así, porque sonrió un poco